(Zenit/InfoCatólica) El Cardenal Ravasi aseguró que el Atrio de los Gentiles constituye “un compromiso a largo plazo de la Iglesia” y tiene como objetivo contribuir a que en las sociedades actuales sean tenidos en cuenta, y debatidos con una reflexión racional común, los grandes interrogantes de la existencia humana, sobre todo los de carácter espiritual.
En los encuentros del Atrio de los Gentiles no habrá “cátedra”, y por tanto no tendrá carácter académico, ni tendrá una finalidad estrictamente pastoral. Es más bien una iniciativa “lanzada en un horizonte indiscriminado”, añadió el purpurado italiano, “de libertad de interacción”, sin “la obligación de encontrar un mínimo común denominador”.
Si se resquebraja “el muro de separación” que separa a quien no tiene una misma visión del mundo, el diálogo resultará enriquecido. “Es importante el diálogo con los ateos 'convencidos', pues como decía el escritor italiano Gesualdo Bufalino, 'sólo en los auténticos ateos sobrevive la pasión por lo divino', mientras que Pierre Reverdy escribía que “hay ateos feroces que tienen más interés por Dios que los creyentes'“.
“En esta primera fase el diálogo será estimulado de manera 'elevada', involucrando a figuras representativas de los diferentes horizontes científicos y culturales, y tocando temas candentes y fundamentales de la existencia”, explicó el purpurado.
París, primera gran etapa
En la presentación a la prensa, intervino el embajador de Francia ante la Santa Sede, Stanislas de Laboulaye, para aclarar que que la cultura francesa, si bien ha dado origen a la Ilustración, tiene en sus raíces el cristianismo, “que sigue inspirando la vida de la nación”.
Por su parte, el padre Laurent Mazas, director ejecutivo del Atrio de los Gentiles, subrayó que la iniciativa se ha preparado desde hace un año en “pleno acuerdo con la Iglesia en Francia, y particularmente con el arzobispo de París”.
Los lugares para el lanzamiento de la iniciativa son simbólicos: la Universidad de la Sorbona, el Instituto de Francia y la sede de la UNESCO, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura. En la UNESCO, el 24 de marzo, tendrá lugar la sesión inaugural, presidida por la directora general, Irina Bokova, y a la que asistirán diplomáticos y representantes de la cultura.
Entre los relatores, se encuentran Giuliano Amato (antiguo primer ministro italiano), Jean Vanier (fundador de la Comunidad del Arca), Patrick Gerard (rector de la Academia y canciller de la Universidad de París), Jean-Luc Marion (filósofo), Gabriel de Broglie (canciller del Instituto de Francia) y Remi Brague (miembro de la Academia de las Ciencias Morales y Políticas).
El viernes 25 de marzo están programadas varias sesiones: por la mañana, en la Universidad de la Sorbona y por la tarde, en el Instituto de Francia y en el Collège des Bernardins. La jornada concluirá con una “fiesta”, abierta a todos, especialmente a los jóvenes, sobre el tema: “En el patio del Desconocido”, que tendrá lugar en Notre Dame de París. En esta ocasión, el Papa hablará sobre el significado y los objetivos de esta iniciativa del Pontificio Consejo de la Cultura en un discurso que será transmitido en pantalla gigante.
Tras París algunas de las etapas del diálogo entre creyentes y no creyentes serán Estocolmo, Praga, Ginebra, Moscú, Chicago y Washington.
No es un “duelo”, sino un “dúo”
Después de París, el diálogo continuará “con otro tipo de ateos -añadió Ravasi--, los 'indiferentes', quienes tienen una relación con la religión de carácter sarcástico, provocador”. El cardenal está convencido de que el encuentro entre creyentes y no creyentes tiene lugar cuando los primeros abandonan la apologética feroz, y los otros las profanaciones devastadores. El diálogo revela los motivos profundos de ambos: para unos la esperanza, para otros la duda.
Por tanto, aclaró, el Atrio de los Gentiles no propone un “duelo” entre creyentes y no creyentes, sino más bien un “dúo”, “en el que las voces pueden pertenecer a las antípodas sonoras, como un bajo y una soprano, y sin embargo logran crear armonía, sin renunciar por este motivo a la propia identidad, es decir, dejando a un lado la metáfora, sin decolorarse en un vago sincretismo ideológico”.