(InfoCatólica/Madrid) Esa dualidad se debe, según explicó Mons. Martínez Camino, a que Ratzinger empezó a escribir el libro antes de ser elegido papa en 2005 y elogió el esfuerzo del autor por acabarlo, en un esfuerzo inédito para un papa, a la vez que desempeña la Cátedra de Pedro.
El obispo español anunció que la tercera y última parte el libro estará dedicado a la infancia de Jesús y que el Papa ya ha empezado a trabajar en ella, pues él acabó este volumen hace más de un año, tiempo que se ha dedicado a traducirlo lo más fielmente posible y a preparar la edición.
Mons. Martínez Camino subrayó que “no es un documento del magisterio”, sino un libro en el que el teólogo Ratzinger dialoga “de tú a tú con los especialistas en la exégesis de Jesús” al alcance de los fieles, en un lenguaje llano y con conceptos rigurosos, los frutos de su pensamiento.
El portavoz de la Conferencia Episcopal Española explicó la esencia del libro: “El Papa-teólogo sabe que en la cuestión del Jesús histórico se juega el ser o no ser de la fe cristiana”. “Si Jesús no murió aproximadamente en torno al año 30, en las afueras de Jerusalén, debido a una conjunción de los intereses de las autoridades judías y romanas, instaurando una Nueva Alianza, y todo ello no ha sido corroborado por Dios con la resurrección,”, la fe, destacaba el obispo, sólo sería fruto de un malentendido o “un miserable engaño”. Por el contrario, afirmó el jesuita, Jesús murió “con conciencia de que realiza una nueva Pascua, como el verdadero cordero pascual de Israel”.
Para el prelado, “los Evangelios ofrecen la verdadera y única imagen histórica de Jesús”, el hijo eterno de Dios, mientras que las teorías que presentan a un Jesús revolucionario o profético o maestro ético son imágenes parciales elaboradas por ciertos exégetas, además, influidos por su propia época.
Como ejemplo del trabajo intelectual hecho por el Papa en el libro, Mons. Martínez Camino puso el ejemplo de la interpretación de la Última Cena: “Jesús no celebró la cena de Pascua con sus discípulos; fue su Pascua”, se ofreció como Cordero al mismo tiempo que se estaban sacrificando los corderos para esa cena. De esta manera, se complementan los relatos de los evangelistas Lucas, Mateo y Marcos, que dicen que Jesucristo comió la Pascua con sus discípulos con el escrito por Juan, que fija la muerte de Jesús en la cruz en el día de Pascua.