(CEE/InfoCatólica) Mons. Martínez Camino destacó igualmente que la obra presentada está destinada a favorecer la estabilidad y la unidad del lenguaje bíblico en las celebraciones, la oración, la predicación, la enseñanza, el estudio, “al modo de una Vulgata española”.
Tras explicar exhaustivamente todo el proceso de elaboración de la obra, en la que han intervenido prácticamente todos los obispos además de la comisión técnica nombrada al efecto, monseñor Martínez Camino afirmó que los obispos esperan que esta Biblia, convertida en texto de referencia, ayude a los fieles a retener en la memoria la Palabra de Dios escrita, “de cuyo conocimiento depende en buena medida el crecimiento en el amor a Jesucristo y la calidad del testimonio que la Iglesia ofrece de Él al mundo”.
Entre otros aspectos del largo “iter” seguido, recordó que los trabajos para la traducción de la Sagrada Escritura se iniciaron en 1966, cuando los obispos crearon una Comisión a la que se encargó la puesta en marcha y luego la supervisión de los trabajos de elaboración de la monumental obra que habría de ser la oficial de la Conferencia Episcopal. Dicha Comisión coordinadora estaba constituida por los presidentes y los secretarios de las Comisiones Episcopales para la Doctrina de la Fe y Liturgia , dos biblistas, un liturgista y un teólogo.
La Comisión coordinadora propuso la creación de un Comité Técnico, aprobado también en 1996 y constituido por un Presidente, el Prof. Dr. D. Domingo Muñoz León; un Secretario, el Prof. Dr. D. Juan Miguel Díaz Rodelas, y tres vocales. El Comité elaboró los criterios que habrían de guiar todo el trabajo y que fueron aprobados por la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal en febrero de 1997. A propuesta del Comité Técnico, colaboraron en el trabajo veinticuatro especialistas procedentes de los diversos centros de estudios superiores de España, París y Roma, cuyos nombres mencionó a continuación.
Puso de manifiesto en su conclusión que la Biblia de la Conferencia Episcopal Española, no era la obra de ningún autor particular o privado sino el resultado “de un hermoso trabajo sinfónico al que han hecho su aportación un considerable número de especialistas y de pastores de hoy y de ayer”. “También el Pueblo de Dios en su conjunto ha tomado parte en la elaboración de este texto, que se ha visto enriquecido por sugerencias procedentes de la experiencia del uso de los textos empleados en la liturgia durante unos treinta años”.
Igualmente destacó que el germen del que ha crecido esta Biblia han sido las traducciones de los textos bíblicos al español que los obispos decidieron que se hicieran al comienzo de los años sesenta para ser proclamados en la liturgia de rito latino, cuando ésta se abrió al uso de las lenguas vernáculas. “Aquellos textos, añadió, con algunas oportunas correcciones siguen presentes en esta versión oficial.