(EP/InfoCatólica) Mons. Munilla ha presidido en la Basílica donostiarra de Santa María la Eucaristía en honor de San Sebastián, patrono de la ciudad, donde ha hecho referencia al último comunicado de ETA, en el que la organización armada declaraba un alto el fuego general, verificable y permanente.
En ese sentido, ha señalado que que la sociedad vasca "ha experimentado unos sentimientos ambivalentes ante ese anuncio: la alegría y la esperanza por el alto de la violencia, pero también la decepción por la oportunidad perdida, cuando muchos esperaban la desaparición definitiva del terrorismo".
Asimismo, el obispo guipuzcoano ha remarcado que las víctimas del terrorismo "no deberían ser percibidas jamás como una presencia embarazosa en un proceso de pacificación" sino que, al contrario, "su necesaria participación está llamada a ser una garantía de la verdadera paz".
La necesaria contribución de todos a la paz
A su juicio, todos "sin excepción" tienen que hacer su contribución a la paz, tanto la clase política, las fuerzas de seguridad, el sistema judicial y penitenciario, los medios de comunicación, la Iglesia y todos los ciudadanos. "El mayor aporte que podemos hacer cada uno de nosotros a la causa de la paz, es vivir con intensidad y fidelidad, al servicio de la sociedad, la vocación que Dios nos ha dado a cada uno", ha considerado.
De este modo, ha apuntado que los políticos deberán aportar "en la búsqueda del bien común", los magistrados "discerniendo con independencia y conforme a criterios de justicia y equidad", los cuerpos y fuerzas de seguridad, "luchando honesta y eficazmente contra el crimen", el régimen penitenciario, "caminando hacia una justicia restaurativa" y los medios de comunicación, "informando con objetividad y espíritu constructivo".
No hay paz sin conversión de los violentos
El prelado donostiarra ha considerado que la mayor contribución de la Iglesia a la paz es "la llamada a la conversión, que incluye el arrepentimiento y la petición de perdón" y ha subrayado que "es muy difícil, por no decir prácticamente imposible, alcanzar la deseada paz, sin un verdadero arrepentimiento por la violencia y los daños causados" porque "la paz no tendría unas bases firmes si estuviese fundada en meros cálculos estratégicos de efectividad".
"No podemos aceptar el pensamiento de quienes afirman que la violencia tuvo su razón de ser en otro contexto, pero que en el momento presente ha dejado de tenerlo. Quienes así sienten y piensan, no sólo corrompen el mismo concepto de la paz, sino que la fundan sobre bases inestables", ha insistido.
Munilla ha afirmado que si la violencia no tiene razón de ser hoy, "es que no la ha tenido nunca", al tiempo que ha manifestado que es "necesario empezar por purificar todas las imágenes idealizadas o románticas elaboradas en la historia de la humanidad en torno a episodios violentos". En su opinión, la violencia "nada tiene que ver con la valentía y el arrojo, sino con la cobardía y el recelo". "En el fondo, tenemos que llegar a entender que la violencia es el miedo a las ideas de los demás, combinado con la poca fe en las propias", ha añadido.
El obispo donostiarra ha afirmado que para entender la "gravedad" de la violencia "es básico tener la capacidad de ponernos en el lugar de quienes la padecen". Además, ha dicho ser consciente de que "algunos juzgarán que esta aportación que hace la Iglesia, es equiparable, en términos populares, a un empezar la casa por el tejado". Sin embargo, ha insistido en que "el arrepentimiento, lejos de ser un sobreañadido en el tejado, forma parte de los cimientos de la paz".
No se puede pedir generosidad a las víctimas sin pedir perdón
"Mientras no cambiemos nuestra prontitud para ver la paja en el ojo ajeno y seamos incapaces de ver la viga en el nuestro, los esfuerzos para construir la paz, no serán otra cosa que un falso equilibrio estratégico de egoísmos", ha aseverado, al tiempo que ha remarcado que no se puede pedir "generosidad" a las víctimas "sin mostrarles previamente un arrepentimiento sincero y coherente, acompañado de una petición humilde de perdón".
En esa línea, ha asegurado que el perdón de las víctimas a sus agresores "sólo es posible desde la misericordia del Corazón de Cristo, que nos dio el mandamiento del amor al prójimo, el cual incluye también el amor a nuestros enemigos".
El ejemplo martitial de San Sebastián
El obispo de San Sebastián ha manifestado que ser consciente de que la sociedad actual "compagina sus raíces religiosas con una fuerte secularización" aunque, no obstante, se ha mostrado convencido "sinceramente" de que "las bases en las que el Evangelio funda la paz, son válidas y necesarias para el conjunto de la sociedad, más allá incluso de nuestro credo religioso".
Munilla ha concluido su homilía con la figura de San Sebastián, "quien a pesar de ser un profesional de las armas, prefirió morir que matar, prefirió la fe en Dios a la gloria de los hombres", al que ha propuesto como "modelo y referencia moral" para los niños para ayudarles a "encaminarse por sendas de paz y de justicia".
Para el prelado, "la espiritualidad martirial es inseparable de la esperanza". "De hecho, aunque todos soñamos con la construcción de un mundo más justo, sin embargo, solamente seremos capaces de transformar el mundo, en la medida en que no nos dejemos arrastrar por él", ha concluido.