(Aci/InfoCatólica) En su homilía, Benedicto XVI señaló que este sacramento, que abre el camino de la vida de gracia y santidad al hacer a los pequeños miembros de la Iglesia, debe marcar el inicio de la educación en la fe en las familias. El Papa explicó que Jesús, al ser bautizado por Juan en el río Jordán, se hace uno como todos los hombres y mujeres que son pecadores, sin tener Él pecado alguno porque es Dios. Es un signo de su obediencia al Padre que lo envía a salvar a todos en la Cruz cargando con la culpa de todos, muestra suprema de su Amor.
Dirigiéndose luego a los padres de los niños, el Pontífice explicó que el Bautismo permite que los pequeños vivan “el intercambio de amor recíproco que hay en Dios entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo” y permite que “sean inundados por sus dones”.
A través del agua, “vuestros hijos ingresan en la vida misma de Jesús, que ha muerto en la Cruz para liberarnos del pecado y resucitando ha vencido a la muerte. Por ello, inmersos espiritualmente en su muerte y resurrección, ellos son liberados del pecado original y en ello inicia el camino de la gracia, que es la vida misma de Jesús Resucitado”.
“Queridos amigos, dándonos la fe, el Señor nos ha dado aquello que es más precioso en la vida, el motivo más verdadero y bello para el cual vivir: es por la gracia que hemos creído en Dios, que hemos conocido su amor, con el cual quiere salvarnos y liberarnos del mal. La fe es el gran don con el que nos da la vida eterna, la verdadera vida”.
Tras señalar que con el Bautismo, Dios hoy “los consagra y los llama a seguir a Jesús a través de la realización de la propia vocación personal que es un designio de amor del Padre”, Benedicto XVI recordó que este sacramento confiere “un don espiritual indeleble”.
Este signo permanente llamado “carácter”, marca “interiormente y para siempre su pertenencia al Señor y los hace capaces de vivir en su cuerpo místico que es la Iglesia (…) Así inician un camino de santidad y conformación con Jesús, una realidad que es puesta en ellos como semilla de un árbol espléndido que debe hacerse crecer”.
Educar en la fe, familia y parroquias
Recordó que esto es lo que hace que desde los primeros siglos se tenga “la premura de dar el Bautismo a los niños apenas nacidos”, pero que los niños deben ser “educados en la fe, instruidos según la sabiduría de las Sagradas Escrituras y las enseñanzas de la Iglesia, para que así crezca esta semilla de fe que hoy reciben y puedan llegar a la plena madurez cristiana”
Precisó que este acompañamiento a las familias, pequeñas Iglesias domésticas, debe darse también por parte de las parroquias, el Papa concluyó confiando a los nuevos miembros de la Iglesia a María, para que tengan “vida y salud, para que puedan crecer y madurar en la fe, y portar, en sus vidas, frutos de santidad y amor”.
La Iglesia, que los acoge entre sus hijos, debe hacerse cargo, junto a los padres y padrinos, de acompañarlos en este camino de crecimiento. La colaboración entre comunidad cristiana y familia es más que nunca necesaria en el actual contexto social, en el que la institución familiar es amenazada por muchas partes y tiene que hacer frente a no pocas dificultades en su misión de educar en la fe”.