(Aica/InfoCatólica) Entre otras cosas, los obispos advierten, al término de la 157ª reunión de la Comisión Permanente del Episcopado Argentino, que se trata de «una oferta que crece y enriquece a unos pocos» y consideran que se debe “hablar sin eufemismos”.
“Sabemos también”, aseguran los obispos argentinos, “de la vinculación de esta actividad con el lavado de dinero proveniente del tráfico de drogas, armas, personas. La problemática es vasta y compleja”.
Por otro lado, ante “las graves consecuencias personales, familiares y sociales del juego”, sostienen que “el Estado debe garantizar la protección integral de la familia” porque “quien se apasiona en el juego puede arriesgar y perder aquello que pertenece también a su cónyuge y sus hijos. Es una acción que daña la comunión familiar”.
Los prelados aseguran ser “testigos de hermanas y hermanos que nos han contado de la pérdida hasta de sus propios hogares por esta adicción”.
Texto completo del documento "El juego se torna peligroso"