(Efe/InfoCatólica) A su juicio, los colegios transmiten un modelo de valores contrarios a su propia ideología, por lo que ha preferido alejar a sus hijos de ellos, mientras que también ha destacado la importancia de que los padres participen activamente en la educación “con el objetivo de no dejarla sólo en manos de los especialistas”.
“Las escuelas no tratan de dar a los alumnos una educación bien hecha, sino una cabeza bien llena”, ha criticado Florián, quien ha relatado que su hija, que pidió voluntariamente ir al colegio cuando era pequeña, decidió abandonarlo al cumplir 13 años porque “se aburría y no aprendía nada”. Desde ese momento, la niña comenzó a recibir clases sobre varias materias por parte de sus padres, otros progenitores y una maestra, quienes le proporcionaban las explicaciones en casa, y ahora ella y su hermano estudian música en un conservatorio de Francia.
“Se trata de conseguir que los padres que no quieran que sus hijos acudan a la escuela puedan disponer de otras alternativas”, ha apostillado Macarro, quien se ha referido a la necesidad de que, en estos casos, haya un control por parte de vecinos o autoridades.
La universidad, por el mismo camino
Preguntado por su opinión respecto a la formación que los adolescentes reciben en la Universidad, Macarro ha respondido que esta institución académica “no es más que una continuación de la educación primaria en la que avanzan aquellos que tienen más posibilidades económicas, mientras que el resto se queda atrás”.
La sentencia que niega a los padres que puedan enseñar a sus hijos en casa sin escolarizarlos precisa que la Constitución no prohíbe que el legislador configure un sistema de enseñanza básica obligatoria “como un periodo de escolarización de duración determinada”. Durante éste, prosigue, queda “excluida” la posibilidad de enseñar a los hijos en el domicilio familiar en lugar de proceder a escolarizarlos.