(Agencias/InfoCatólica) En su discurso, el Papa se congratuló por las excelentes relaciones existentes desde hace 60 años, entre la Santa Sede y el gobierno japonés, marcadas por la cordialidad y la comprensión mutua.
Al dirigirse al embajador japonés, el Santo Padre aseguró que “tras su entrada en la organización de las Naciones Unidas, Japón es un actor importante en la escena regional e internacional y ha contribuido de manera significativa en la expansión de la paz, de la democracia y de los derechos del hombre en Extremo Oriente y en particular en los países del mundo en vías de desarrollo”.
En efecto, la Santa Sede, dijo el Papa, por medio de sus misiones diplomáticas presentes en esos estados, ha comprobado con satisfacción los acuerdos financieros que Japón ha estipulado para el desarrollo y otras formas de asistencia con cada uno de estos países, “que son esenciales, no sólo por sus repercusiones inmediatas, sino para la instauración de una paz sólida y de prosperidad en el concierto de las naciones del mundo”. El Papa apoya esta política de cooperación al desarrollo en particular en los ámbitos que afectan a los más débiles y los más pobres.
La posesión de armas nucleares genera tensiones y desconfianzas
Benedicto XVI recordó que este año se cumple el 65 aniversario del trágico bombardeo atómico contra las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki. “El recuerdo de este episodio sombrío de la historia de la humanidad se hace cada año más doloroso a medida que van desapareciendo los testimonios de aquel horror”. “Esta tragedia -explicó el Papa- nos recuerda con insistencia cuán necesario es perseverar en los esfuerzos en favor de la no proliferación de las armas nucleares y el desarme. Las armas nucleares siguen siendo una fuente de gran preocupación. Su posesión y el riesgo de su eventual uso crean tensiones y una desconfianza en muchas partes del mundo”.
Benedicto XVI volvió a insistir una vez más que hay que “evitar que la guerra sea considerada como un medio de resolución de conflictos entre las naciones y entre los pueblos”, y aseveró que “una parte de las cantidades aprobadas para comprar armas podría ser utilizada en proyectos de desarrollo económico y social, de educación y de salud. Contribuyendo así a la estabilidad interior de los países y de los pueblos”.
Otro punto abordado por el Papa ha sido el de la recesión económica mundial. Japón ocupa una parte importante en la economía internacional, y debido a la mundialización creciente del sistema comercial y los movimientos de capital, las decisiones tomadas por el gobierno japonés continuarán teniendo un impacto más allá de sus fronteras.
Libertad de conciencia y de culto
Finalmente, respecto a la libertad de conciencia y de culto, el Santo Padre confirmó al nuevo embajador japonés, que en su país se goza de estas libertades y que la Iglesia católica en Japón tiene asimismo la posibilidad de vivir en paz y en fraternidad. Sus miembros son libres no sólo de participar en la cultura y en la sociedad japonesa, sino que juegan un papel vivo y activo en el Japón contemporáneo a través sobre todo de sus universidades, escuelas, hospitales e instituciones caritativas que la Iglesia pone gustosa al servicio de toda la comunidad.
Por último Benedicto XVI reafirmó al pueblo japonés la alta consideración que tiene la Iglesia católica por el diálogo interreligioso, comprometiéndose firmemente y animando la confianza mutua, la comprensión y la amistad en el interés de toda la familia humana.