En los últimos días, tanto en los medios de comunicación rusos como en los extranjeros, se ha publicado la noticia de que la Duma de la Región de Kaliningrado ha aprobado en segunda instancia un proyecto de ley sobre la entrega en propiedad de 15 edificios "de tipo religioso" a la Iglesia Ortodoxa Rusa del Patriarcado de Moscú.
El proyecto de ley fue elaborado, de acuerdo con las más sofisticadas técnicas del trapicheo, en secreto. Por supuesto que no ha habido la mas mínima intención de realizar ningún debate publico, pero es que además ni siquiera se ha consultado a las partes interesadas, es decir a las organizaciones religiosas rusas no pertenecientes al Patriarcado Ortodoxo de Moscú.
Teniendo en cuenta la historia de Prusia Oriental, que en los años de posguerra pasó a ser la actual región de Kaliningrado, es evidente que es imposible encontrar en estas tierras ni una sola Iglesia Ortodoxa construida antes de la guerra. Esto hace que la decisión de la Duma Regional sea especialmente controvertida ya que conlleva un gran número de hechos contra toda razón facilmente detectables.Tal falta de responsabilidad en la toma de decisiones es sin duda lamentable.
El hecho de que entre los quince edificios se encuentre la antigua iglesia católica de la Sagrada Familia, hoy en día utilizada por la Filarmónica Regional, cuya devolución ha sido solicitada sin éxito durante casi 20 años por la actual comunidad católica parroquial del mismo nombre, me impulsa a elevar mi voz en defensa de los intereses legítimos y la dignidad de mis fieles de Kaliningrado.
Como es sabido, después de su inclusión en la Unión Soviética, el territorio de la antigua Prusia Oriental fue casi completamente abandonado por sus antiguos habitantes y se realizó una nueva implantación de pobladores procedentes de diferentes regiones del vasto país del ganador.
No pocos de los que en la postguerra repoblaron esta zona provenían de regiones de la Unión Sovietica de población tradicionalmente católica. Ellos, al igual que otros de sus conciudadanos que respondieron a la llamada a participar en la reconstrucción de esta región devastada por la guerra, representan al pueblo-ganador, que tomó posesión del territorio de la antigua Prusia Oriental, sobre la base de acuerdos internacionales bien conocidos.
Ellos, como todos los otros repobladores de la posguerra, reconstruyeron con su trabajo esta región agricola y durante décadas se ocuparon de multiplicar su riqueza y prosperidad. Entre ellos se cuentan muchos veteranos de guerra y trabajo. Todo esto debe tenerse en cuenta al considerar el futuro de la "herencia de Prusia." Incluyendo los edificios "de tipo religioso".
¿Cómo es posible que tanto los antiguos repobladores de confesión católica que han puesto toda su vida al servicio de su nueva "patria chica" como sus descendientes sean ahora considerados por los órganos de decisión de la Duma de Kaliningrado como ciudadanos de segunda clase, cuyos intereses legales garantizados por la Constitución de la Federación de Rusia, pueden ser ignorados con tan pasmosa facilidad?
Estoy convencido de que se va a tomar una decisión profundamente equivocada, fruto de una injusticia flagrante, que deberá ser reexaminada de nuevo teniendo en cuenta los intereses de todas las comunidades religiosas cristianas representadas en la zona.
Es además lamentable constatar que la posición claramente evasiva adoptada en todo este asunto por la diócesis de Kaliningrado perteneciente al Patriarcado de Moscú, va a causar un daño irreparable en las relaciones interconfesionales que hemos construido no sin éxito, a pesar de las grandes dificultades, en los últimos años.
"Por tanto, tratad a los demas como querríais ser tratados por ellos, esta es la Ley y los Profetas. " (Mateo 7, 12). No se equivoca quien sigue este consejo del Salvador. La otra alternativa es comportarse segun describe Valdimir Solovev la lógica moral de los “hotentotes”: “Yo he robado una vaca, esto es bueno. Me han robado una vaca, esto es malo” ¡Que no pueda decirse esto de nosotros!
Hay todavía otro hecho triste que no puedo dejar de mencionar en este momento:
Muchísimos de los comentarios y observaciones que han acompañado al debate en los medios de comunicación sobre la transferencia de la propiedad de estos edificios religiosos al Patriarcado de Moscú, dan testimonio de que las semillas de la calumnia, desconfianza, xenofobia y mitología pseudopatriótica profusamente sembradas por los medios de comunicación en los años 90, dan ahora sus frutos venenosos. El Proverbio ruso dice que “sembrando con cardos, el maiz no crece”. Realmente muchos de los mencionados comentarios contienen signos claros de "incitación al odio nacional y religioso" y causan un daño considerable a la unidad del gran estado multinacional que es Rusia. Un país no se hace fuerte por las ambiciones de sus "ideólogos" (sean ellos seglares o clérigos), ni por sus pretensiones de exclusividad, sino por la atmósfera de paz, confianza, armonía y responsabilidad mutua que reina entre sus ciudadanos. Sólo este campo puede aportar buenos resultados.
A pesar de todo eso, no quisiera perder la espereranza de que a aquellos a quienes Dios y el pueblo ruso han encargado impartir justicia y legalidad, es decir, los hombres del Estado y de la Iglesia, encuentren las fuerzas y la capacidad necesaria para afrontar una situación tan cargada de consecuencias como es esta de Kaliningrado. Todo por culpa de algunos funcionarios poco sabios y con una deficiente formación, que han actuado con un celo irracional, y tambien de aquellos que les han incitado a la imprudencia o les han animado con su silencio.
Por nuestra parte nos sentimos obligados, en base a los hechos, a proteger los intereses legítimos y la dignidad civil de los católicos de la región de Kaliningrado, por todos los medios que nos proporcionen los instrumentos jurídicos internacionales, la Constitución y las leyes de la Federación de Rusia.
Con la esperanza de la resolución sensata y razonable de un malentendido
Metropolita de la Arquidiócesis de la Madre de Dios en Moscú,
+ Arzobispo Paolo Pezzi