(Efe/InfoCatólica) Los titulares de agencias y diarios ayer destacaron que el Papa se había referido ayer durante el diálogo con los periodistas en el avión que le llevaba a Santiago de Compostela, a que veía en España crecer «una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo», semejante al que se desató en los años 30.
La agencia Efe informa hoy que según sus fuentes, el Gobierno no desea hacer comentarios sobre las palabras del Papa, defiende la libertad de expresión e insiste en que va a mantener una total colaboración para que la visita de Benedicto XVI sea un éxito. No obstante, las fuentes citadas han reconocido que sus palabras, más allá del respeto con el que son acogidas, han provocado sorpresa en el seno del Ejecutivo. Fuentes de la dirección del PSOE han evitado emplazado al final de su visita para hacer un balance de la misma.
El Gobierno, según Efe, ha recordado la reunión «cordial» que mantuvo el Papa con el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, en el aeropuerto de Santiago, la presencia de varios ministros en los actos que se desarrollaron en esa ciudad y hoy tendrán lugar en Barcelona, y el encuentro que hoy tendrá el Pontífice con José Luis Rodríguez Zapatero. Además, garantiza que esas palabras no van a afectar lo más mínimo al pleno apoyo que se va a dar a la organización de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Madrid en agosto de 2011 y que contará con la presencia del Papa.
Las palabras del Papa en el avión
P. En estos meses se está poniendo en marcha el nuevo dicasterio para la nueva evangelización. Y muchos se han preguntado si precisamente España, con los desarrollos de la secularización y de la disminución de la práctica religiosa, es uno de los países en los que usted pensó como objetivo para este nuevo dicasterio o si no es el objetivo principal…
R. De por sí, con este dicasterio he pensando en el mundo entero porque la novedad del pensamiento, la dificultad de pensar en los conceptos de la Escritura, de la teología, es universal, pero naturalmente hay un centro y es el mundo occidental con su secularismo, su laicidad, y la continuidad de la fe que debe buscar renovarse para ser la fe hoy y para responder al desafío de la laicidad. En Occidente, todos los grandes países tienen su propio modo de vivir este problema: hemos tenido, por ejemplo, los viajes a Francia, a la República Checa, al Reino Unido, donde por todas partes está presente de modo específico para esta nación, para esta historia, el mismo problema, y esto vale también de un modo fuerte para España.
España ha sido siempre, por una parte, un país cuyos orígenes están arraigados en la fe; pensemos que el renacimiento del catolicismo en la época moderna ocurrió sobre todo gracias a España: figuras como San Ignacio de Loyola, Santa Teresa y San Juan de Ávila, son figuras que renovaron el catolicismo y formaron la fisonomía del catolicismo moderno.
Pero es igualmente cierto que en España ha nacido también una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo como hemos visto precisamente en los años ’30, y esta disputa, más aún, este choque entre fe y modernidad, ambos muy vivaces, se realiza también hoy nuevamente en España: por eso, para el futuro de la fe y del encuentro –no desencuentro, sino encuentro– entre fe y laicidad, tiene un punto central también la cultura española. En este sentido, he pensado en todos los grandes países de Occidente pero sobre todo también en España.