(EP/InfoCatólica) El proyecto en Haití, según explicó en entrevista a Europa Press el coordinador de proyectos de Manos Unidas en Centro América y el Caribe, Waldo Fernández, consiste en que las personas que se fueron de Puerto Príncipe tras el terremoto del pasado mes de enero puedan tener condiciones de vida suficientes en el entorno rural para no tener que regresar a la capital.
Así, se trata de dotar de semillas, herramientas y en general los insumos necesarios para trabajar la tierra, buscar un modo de vida en esta zona y no “volver al sin futuro” de Puerto Príncipe, relata Waldo Fernández.
El proyecto, que en total tendrá un coste de 55.000 euros, de los que Manos Unidas pondrá de sus fondos los 5.000 restantes, repercutirá en 700 familias del departamento del Sur-Suroeste denominado Coteaux.
Waldo Fernández estuvo el pasado mes de marzo en el norte y suroeste de Haití, en lo que la ONGD denomina “viaje de identificación”, y se ha encontrado con una realidad: en casas donde antes vivían tres miembros de una familia ahora se alojan hasta 24. “Asumimos el apoyo a la población haitiana como parte de la estrategia de reconstrucción del país caribeño”, comenta.
Este programa pretende ayudar a atender los problemas de las personas desplazadas que han retornado al campo con sus familias tras haber perdido a sus seres queridos, y/o sus casas y pertenencias en la capital. Manos Unidas baraja que en esta situación de “huida del infierno” se hallan 600.000 haitianos.
La presidenta de la ONG, Myriam García Abrisqueta, ha explicado en la conferencia de prensa que destinar este premio a Haití puede ser “un ejemplo”, pues, según ha indicado, aunque el país “saltó a los medios de comunicación” tras el terremoto, la organización llevaba ya 30 años trabajando en el terreno. En concreto, ha destacado que, durante las tareas de ayuda humanitaria, ha desarrollado 17 proyectos y ahora, ha puesto en marcha otros once para la reconstrucción del país.
Altavoz para los olvidados
En cualquier caso, el delegado de Manos Unidas en Zaragoza ha remarcado que, en estos momentos, el dinero es “lo que menos significa” y ha subrayado que lo importante es “sensibilizar”. “Esperemos que este reconocimiento que hoy nos han dado sirva eficazmente para sensibilizar a la población española y les haga ver la realidad de un 80 por ciento de personas que viven al borde de la pobreza”, ha agregado.
En la misma línea, la presidenta de la ONGD ha afirmado que este galardón servirá como “un altavoz para los olvidados, aquellos que más necesitan, para los más pobres”. Asimismo, ha transmitido “con emoción” la “felicidad” que sienten los miembros de Manos Unidas ante esta noticia y ha mostrado su agradecimiento al jurado así como a la Conferencia Episcopal Española (CEE), que presentó su candidatura.
“Gracias a la labor de la Iglesia, pues en muchos países --Manos Unidas trabaja en 60--, con el trabajo de instituciones religiosas, misioneros y hermanas allí donde la realidad de la pobreza hace muy difícil sacar adelante esos proyectos, ellos lo han conseguido”, ha asegurado.
Abrisqueta ha afirmado que el premio es “un honor, una responsabilidad y un estímulo para seguir trabajando” ya que, a su juicio, a pesar de que la cifra de personas que pasan hambre se ha reducido de 1.020 millones a 925 millones, ante todo “son personas”.
Por último, la carmelita misionera en Malawi, Brígida Moreta, ha señalado que Manos Unidas es África, América Latina, y , en definitiva, “allí donde hay una persona que se muere de hambre” y ha apuntado que la ONGD necesita “más premios todavía”. “Que no sea este el último”, ha concluido.
Manos Unidas (www.manosunidas.org) es una Organización No Gubernamental para el Desarrollo (ONGD) católica, de voluntarios, que desde 1960 lucha contra la pobreza, el hambre, la malnutrición, la enfermedad, la falta de instrucción, el subdesarrollo y contra sus causas. Nació como una campaña puntual contra el hambre y a partir de 1978 adquirió plena personalidad jurídica, canónica y civil, como organización.