(Diario de Navarra/InfoCatólica) El 21 de septiembre de 1946 la imagen de Santa María la Real fue coronada canónicamente como reina de Navarra. El Conde de Rodezno, entonces vicepresdente de la Diputación Foral de Navarra, leyó la fórmula de la consagración, en una ceremonia presidida por Manuel Arce Ochotorena, obispo de Tarragona, natural de Ororbia y legado Pontificio; predicó el sermón el obispo Olaechea.
Pues bien, Mons. Francisco Pérez recordó ayer que “Navarra, un pueblo noble, respalda un acto que une historia y tradición, porque quien pierde tradición perderá identidad”. El arzobispo quiso hacer “un canto de gloria a la paz”. Subrayó que “la violencia hunde sus raíces en el pecado y nunca se puede justificar por razones ideológicas, culturales ni menos religiosas”. Dijo también que “una ideología impuesta es cultivo de violencia” y que “el terrorismo es un estilo de actuar donde todo es válido, y sólo tiene una salida, deponer todo”.
Mons. Pérez fue más allá y pidió que “no se nos engañe con treguas maliciosamente orquestadas para conseguir objetivos y que tanto dañan a las víctimas”. Volvió a incidir en que “la paz sólo llegará deponiendo todo y utilizando después razones, con diálogo y respeto”.
Idolatría de las ideologías
El arzobispo señaló además que otra de las caras de la violencia “es la sistemática ideologización de las estructuras de poder. La lucha por el poder crea situaciones de auténtica locura social y provoca un modo de vivir y de dirigir de tal manera que se rechaza de plano el modo de pensar del adversario”
El pastor de la archidiócesis navarra denunció “lo que se ha venido en llamar la idolatría de las ideologías. Al final es una demostración de la tiranía más absoluta que destruye cualquier signo de sana y justa libertad”.
“Desde esta clave”, advirtió el arzobispo, “se justifica todo y el terrorismo, por ejemplo, se convierte en un estilo de actuar donde todo es válido siempre y cuando no se sacrifique la ideología del mismo”.
La religión propone, no impone
Don Francisco recordó también que “la religión, si es auténtica, nunca impone y siempre propone. La fe es respetuosa y, como una luz, muestra un camino de vida a la que se adhiere quien quiere”.
“Nada hay más nocivo a la religión”, resaltó Mons. Pérez González, “que fomentar espacios de odio y rencor; esa religión no es verdadera. El aval de toda religión es el amor y el fomento de la paz, señal inequívoca de la presencia de Dios”.