(Bruno Moreno/InfoCatólica) Edwin Barnes, obispo anglicano emérito de Richborough, está casado y tiene dos hijos. En 1995, fue elegido por el Arzobispo de Canterbury para convertirse en uno de los obispos encargados del cuidado pastoral de los anglocatólicos. Es, además, presidente de la Church Union, una de las más importantes asociaciones de anglocatólicos de Inglaterra.
– Bishop Barnes, ¿qué es un anglocatólico?
La Iglesia de Inglaterra contiene muchos tipos de cristianos. Se denominan “anglocatólicos” aquellos que están más cerca de la comprensión católica de la Escritura, la Tradición y la Iglesia y que manifiestan esto en su forma de expresarse (hablando, por ejemplo, del Altar, en lugar de la Santa Mesa) y en su forma de actuar (celebrando la Eucaristía regular y frecuentemente, en muchas iglesias no sólo cada semana, sino diariamente).
–Usted ha sido obispo anglicano durante los últimos quince años. ¿Cuál ha sido su papel como “obispo volante” (flying bishop)?
En 1992, el Consejo central de nuestra Iglesia, el Sínodo General, decidió que era posible ordenar mujeres como sacerdotes. Al hacerlo, también afirmó que era necesario tomar medidas para que los que no aceptábamos esta innovación pudiéramos seguir siendo anglicanos. Para ello, cada Arzobispo (hay dos en Inglaterra) consagraron uno o dos obispos opuestos a la ordenación de mujeres, para que se ocuparan de las necesidades de personas y comunidades que votaron para acogerse a dichas medidas. Eran sufragáneos de los Arzobispos y se les conocía como Visitadores Episcopales Provinciales o, coloquialmente, “obispos volantes”.
Mi tarea, durante los seis años entre 1995-2001, consistió en viajar a lo ancho y largo de la parte oriental de la Provincia de Canterbury. Fui consagrado como Obispo de la sede de Richborough, un título tomado del lugar en el que San Agustín de Canterbury desembarcó en Inglaterra al cumplir la misión que el Papa Gregorio le había encomendado. Cuando me jubilé, me convertí en un simple obispo emérito y honorario en la diócesis en la que vivo, Winchester. Mi sucesor como Obispo de Richborough es el obispo Keith Newton.
–¿Fue una sorpresa para usted la creación por el Papa Benedicto XVI de los nuevos Ordinariatos Personales para los anglicanos que deseen una plena comunión con la Iglesia Católica?
La iniciativa del Santo Padre, dirigida a grupos de anglicanos, fue una enorme y muy grata sorpresa.
–Mucha gente pregunta “¿por qué ahora?” Si los anglocatólicos desean recuperar la comunión con la Sede de Pedro, ¿por qué han esperado hasta ahora? ¿Se trata únicamente de la consagración de mujeres como obispos o es algo más profundo?
Muchos de nosotros creíamos que la Iglesia de Inglaterra, al menos durante el último siglo, se estaba moviendo en una dirección cada vez más católica. Gracias a las conversaciones internacionales entre la Comunión Anglicana y Roma (las Conversaciones ARCIC), creíamos y esperábamos que se conseguiría una unión entre ambas durante nuestras vidas. Desde la ordenación de mujeres como sacerdotes y, ahora, la probable consagración de mujeres como obispos, esa esperanza se ha desvanecido como un sueño imposible.
–¿Qué elementos principales del patrimonio anglicano le gustaría que preservasen los Ordinariatos?
Nuestros Padres en la Fe hablaron de guardar una cierta “reserva” en asuntos de fe. Es decir, una suerte de espíritu íntimo y sencillo que puede encontrarse en lo mejor de las costumbres anglicanas. Creo que es una voz religiosa, un tono que se ajusta a nuestro carácter nacional. El lenguaje de nuestro Libro de Oración (Prayer Book), que introdujo la lengua vernácula en la liturgia hace cinco siglos, parece capturar algo de esta sensibilidad religiosa sencilla y poco expresiva pero con sentimientos muy profundos. En realidad, sin embargo, creo que no podremos descubrir nuestro Patrimonio hasta que lo veamos en un contexto completamente católico.
–¿Espera que los Ordinariatos Anglicanos atraigan a mucha gente en Inglaterra y Gales? ¿Habrá parroquias enteras que den ese paso?
Actualmente, resulta difícil imaginar cómo sería posible que parroquias enteras entrasen a formar parte del Ordinariato, por la sencilla razón de que la Iglesia de Inglaterra es muy territorial y no abandonará fácilmente, por ejemplo, sus edificios. Aun así, hay varios sacerdotes que conozco que están preparando a sus feligreses y que aprovecharán la primera oportunidad de entrar a formar parte del Ordinariato, sin importar si pueden o no conservar sus iglesias parroquiales.
–¿Cree que habrá obispos anglicanos que entren a formar parte de los Ordinariatos? ¿Tiene usted personalmente la intención de aprovechar esta oportunidad?
Ciertamente, conozco a varios obispos que están explorando esta posibilidad, como estoy haciendo yo mismo. No creo que haya ningún otro futuro para los católicos en la Iglesia de Inglaterra.
–¿Estaría dispuesto a pedir su ordenación en la Iglesia Católica? ¿Considera que esa ordenación o cualquiera que sea su papel en el Ordinariato serían un rechazo de su trabajo pastoral en la Comunión Anglicana o una culminación de ese trabajo?
Como la llamada del Santo Padre se dirige a “grupos de anglicanos”, creo que mi futuro personal es poco importante en comparación con lo que se nos ofrece a todos. Si se decide que mi ministerio puede continuar y que puedo ser ordenado como sacerdote en la Iglesia Católica, estaría encantado, pero yo entraría en el Ordinariato de forma incondicional y dejaría que otros decidieran si puede haber una tarea para mí. Estoy seguro de que el simple hecho de entrar en el Ordinariato será la corona y culminación de mi ministerio hasta este momento.
–¿Cuáles son las principales dificultades que prevé en esta aventura, tanto para usted como para la mayoría de los anglocatólicos? ¿Será un obstáculo para muchos anglocatólicos la necesidad de aceptar la fe de la Iglesia Católica tal como la proclama el Catecismo?
Creo que, para algunos anglicanos, hay piedras de tropiezo en el Catecismo. Hemos estado separados del tronco católico durante quinientos años y se han producido desarrollos de la doctrina que no nos resultan familiares. Como visitante frecuente de Fátima, no tengo dificultad en aceptar los dogmas marianos. Hubo un tiempo en el que me resultaba difícil aceptar la Inmaculada Concepción (porque no entendía bien este dogma) y la Infalibilidad Papal. Otras personas podrían considerar aún estas cosas como dificultades, para mí ya no lo son. Y espero y creo que la Iglesia será comprensiva y paciente al explicar estas cosas. Es mucho más importante para mí el hecho de que el Santo Padre está dispuesto a aceptar y ordenar a hombres que han sido clérigos anglicanos casados. Mi mujer ha sido una gran ayuda y apoyo en mi ministerio y estoy contento de que exista la posibilidad de que siga siéndolo si yo fuera ordenado como sacerdote católico.
–Algunos miembros de los Ordinariatos vendrán de la Comunión Anglicana, pero otros provendrán de grupos diferentes, como la Comunión Tradicional Anglicana o incluso de parroquias de Uso Anglicano. ¿Cree que esa diversidad será un problema?
Creo que los anglicanos de Norteamérica y otros lugares se encontraban en una situación tan difícil que, para ellos, la separación de la Comunión Anglicana resultó necesaria. Conozco a varios de esos sacerdotes y parroquias y no tengo ninguna duda de que aprenderemos unos de otros y llegaremos a apreciarnos mutuamente. Uno de mis mejores amigos es sacerdote de Uso Anglicano en Texas y creo que él y yo tenemos más en común de lo que yo tengo con la mayoría de los que se consideran miembros de nuestra Iglesia en Inglaterra.
–¿Tienen futuro los Ordinariatos Anglicanos en la Iglesia Católica? ¿Cómo se los imagina en, digamos, cien años?
Creo que la Iglesia Católica tiene mucha paciencia y estoy seguro de que querrá aprender de este experimento. Personalmente, espero que la experiencia de tener sacerdotes casados pueda permitir a la Iglesia reconocer, en algún momento del futuro, que es posible tener una doble vocación, al sacerdocio y al sacramento del matrimonio. Me ha impresionado mucho, por cierto, la forma en la que el Santo Padre ha presentado el documento Anglicanorum Coetibus, dejando claro que no se trata de una solución a corto plazo para los problemas actuales, sino de una oferta generosa y abierta para muchos años o quizás siglos. Por lo tanto, ¿quién sabe? Es posible que la Iglesia de Inglaterra termine por volver a sus raíces y a formar parte de la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica como siempre ha afirmado ser.
–¿Cómo afectará a la Comunión Anglicana la marcha (quizá podríamos decir la expulsión) de los anglocatólicos? ¿Significaría el fin de su pretensión de ser una rama de la Iglesia Católica? ¿Cree que la Comunión Anglicana cambiará mucho en los próximos años o décadas?
A mi juicio, estamos asistiendo a la ruptura de la Comunión Anglicana, la cual, por otra parte, siempre ha sido un fruto más bien anómalo del Imperio Británico. Creo que, gradualmente, las Iglesias nacionales o bien entrarán a formar parte de la Iglesia Católica o se irán reduciendo hasta convertirse en algún grupo protestante amorfo, incapaz de dar un verdadero testimonio de fe ante la sociedad.
–¿Qué ganará la Iglesia Católica con la “vuelta a casa” de los anglocatólicos?
Espero que todos ganemos muchísimo con esta vuelta a casa; será una reunión de amigos, en lugar de la Despedida de los Amigos de la que habló Newman [el título de su último sermón como anglicano].
–¿Qué visión tienen los anglocatólicos del Cardenal Newman? ¿Asistirá a su beatificación en septiembre? ¿Le gustaría que fuera uno de los santos patronos de los Ordinariatos?
Creo que el Cardenal John Henry Newman ha tenido mucho que ver en lo que está sucediendo hoy en Inglaterra. Muchos de nosotros estamos muy contentos de tenerlo como compatriota. Que se me permitiera asistir a su beatificación, sería el mayor honor que puedo imaginar. Y, sin importar si se le nombra o no patrón de los Ordinariatos, estoy seguro de que todos deberíamos pedir su intercesión en este momento maravilloso.