(F.Velasco/La Razón) Sin embargo, las declaraciones de menores que abortaron y de sus madres que, según la ley, tenían que firmar las correspondientes autorizaciones para ello, dejan algo más que dudas y de esa “falta de rigor médico”.
“Invitación” al aborto, reconocimiento de que no les realizaron ni siquiera un test para conocer su situación psicológica, madres que admiten no haber firmado ningún tipo de consentimiento autorizando el aborto e incluso la “recomendación” a un hombre de que lo mejor era que se realizara una vasectomía en la misma clínica, son algunas de las consideraciones que figuran en los testimonios prestados por las menores y sus progenitoras ante la jueza y que permanecían en una pieza declarada secreta hasta ahora, a cuyos contenidos ha tenido acceso La Razón, aunque, para garantizar su derecho a la intimidad, se omitirán cualquier referencia a la identidad de las menores.
Así, la madre de una joven relató que desconocía que su hija, de 16 de años, estaba embarazada, situación de la que se enteró por una llamada de la clínica en la que se le informaba que sólo faltaba su autorización para que se pudiese practicar el aborto a la menor. Ambas acudieron a la clínica y fue allí donde la trabajadora social “la convenció de que diera su autorización, porque la niña tenía poca edad para lo que le había pasado”. Ese mismo día la firmó y de forma inmediata le realizaron el aborto a su hija.
“Sólo la iban a limpiar”
También resulta llamativo el testimonio de una joven que acudió a la clínica de Morín sólo para una consulta ginecológica, pues “no tenía sospecha de estar embarazada”. En ese centro, aseguró a la jueza, nadie le dijo “que fueran a practicarle un aborto, sólo que la iban a limpiar”. Le hicieron una ecografía, tras lo cual le dijeron que “no era un feto” lo que tenía en su interior. Posteriormente, pasó a lo que ella creía “que era un psicólogo”, pagó 300 euros a una mujer y se marchó, sin más.
Reseñable es también cómo la clínica “aprovechaba” la ocasión para ofrecer otros servicios a los acompañantes de las mujeres que iban a abortar. Así se recoge textualmente en la declaración de la testigo ante la jueza: “Recuerda que se dirigía –la mujer de la clínica con la que hablaba– especialmente al marido de la declarante, para que se hiciera la vasectomía, que garantizaba en ese mismo centro”. Total, ya que estaban los dos allí, era cuestión de aprovechar la visita.
Pero también en la clínica se tenía “atenciones” con las pacientes. Así, a una menor aseguró que tuvo dos entrevistas con el psicólogo, ninguna de las cuales “duró más de cinco minutos”, quien le recomendó “anestesia general, porque como era muy joven podría traumatizarla el hecho...”. Todo un detalle.
Especial mención merece la declaración de una testigo que manifestó que acudió a la clínica tras conocer que estaba embarazada “y estaba con mucho sangrado”, por lo que “le urgía una ecografía para ver cómo estaba de su embarazo”. Para ello fue, junto a su marido, al centro de Morín, donde, tras esa prueba, le confirmaron que no estaba embarazada, “que no había nada”. “Ni su intención ni la de su marido era la de abortar, antes al contrario”, aseguró al respecto.
En ese momento, entró una mujer y se puso a conversar con el médico, momento en que éste le dijo que creía “oportuno hacerle una intervención consistente en la aspiración de los restos” que tenía en su interior. Al día siguiente de esa “intervención” se encontró mal y llamó al teléfono móvil que le habían dado , donde una voz de hombre le dijo solamente que se tomara una pastilla. “Ella misma pensó que qué forma de atenderle, pues ni siquiera le dijeron que fuera a la clínica...”, según consta en su declaración.
La menor firmó por la madre
Después del aborto, tuvo que llamar al Samur porque se encontraba mal, trasladándole al Hospital de la Paz, donde le atendió un médico al que entregó el informe que le dieron en la clínica de Morín. “¿Pero tú has ido a esa clínica a abortar...o el aborto ha sido espontáneo?”, le preguntó la facultativa, a lo que la chica respondió que “en ningún momento había ido a abortar”. En la actualidad, continúa con asistencia médica.
Por otro lado, más de una de las jóvenes que abortaron aseguraron en el juzgado que no recordaban quién firmó el consentimiento informado, necesario para que se pudiera realizar la interrupción voluntaria del embarazo, ya que entonces eran menores de edad. De hecho, una de ellas manifestó que en la clínica le dijeron que necesitaba esa autorización, cuyo papel le dieron allí mismo, y una fotocopia del DNI de su madre, “documentos ambos que la propia declarante elaboró y llevó al centro...No le exigieron la presencia de sus padres cuando dijo que estaban de viaje” y “cree” que ese consentimiento “lo firmó con el psiquiatra o en otro caso con una auxiliar que había allí”.
Otra menor relata algo similar. “Ella misma firmó por su madre la autorización que se le exhibe, aportando también la copia que se le exhibe, aportando también la copia del DNI”, se recoge al respecto en el acta de declaración de la testigo. El psicólogo le preguntó si su madre “sabía algo”, a lo que ella contestó afirmativamente, pero que, en cambio, “nadie le pidió ninguna explicación de porqué no habían ido sus padres” –estuvo acompañada de su novia–. Pagó 400 euros, en efectivo, y fue antes del aborto cuando firmó el consentimiento informado.
Esta versión fue confirmado por la madre de esa menor, quien reconoció que “probablemente, su hija haya firmado, sin decirle nada, por ella” el indispensable consentimiento para que se le practicara el aborto. En ese momento, se le exhibió la autorización para menores y manifestó que “se parece a su firma, pero que ella no lo ha firmado”.