(Zenit/InfoCatólica) El Papa recibió ayer a los participantes en la LXXIII Asamblea de la Reunión para la Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO), organismo, que preside el cardenal Leonardo Sandri, dependiente de la Congregación para las Iglesias Orientales. La ROACO tiene la misión de reunir y canaliza las ayudas a los católicos de Oriente Medio, procedentes de agencias humanitarias católicas de Occidente.
El Papa, manifestó a los presentes el deseo de que los líderes de las naciones “garanticen de manera real, y en todas partes, sin distinción, la profesión pública y comunitaria de las creencias religiosas de cada uno”. “Todos deseamos a la Tierra Santa, Iraq y Oriente Medio, el don de una paz estable y una convivencia sólida. Estos nacen del respeto de los derechos humanos, de las familias, comunidades y pueblos, y de la superación de la discriminación religiosa, cultural o social”, dijo Benedicto XVI.
Mantener la esperanza
El Papa exhortó a “los hermanos y hermanas que, en Oriente, comparten el don inestimable del bautismo, a perseverar en la fe, y, a pesar de los muchos sacrificios, a permanecer donde nacieron”. Además, rindió “un homenaje especial a los cristianos que sufren violencia por causa del Evangelio” y pidió a los orientales migrantes en otros países “que no se olviden de sus orígenes, sobre todo religiosos”.
Benedicto XVI solicitó a los participantes en la asamblea de la ROACO que contribuyan “a mantener viva la esperanza que no defrauda”. “En el pequeño rebaño que éstos componen ya está operante el futuro de Dios, y la vía estrecha que están recorriendo está descrita por el Evangelio como camino a la vida”, aseguró.
Año Sacerdotal
El Obispo de Roma expresó su satisfacción por el “celo con que las Iglesias orientales católicas han colaborado en la concreción de los objetivos del Año sacerdotal”, y su gratitud por la colaboración de la ROACO en esta tarea:
“No habéis considerado sólo la formación de los candidatos a las órdenes sagradas, que es una prioridad constante, sino también las exigencias del clero activo en la pastoral, como, por ejemplo, una puesta al día espiritual y cultural y ayudas a los sacerdotes, sobre todo en la fase difícil, pero al mismo tiempo fecunda, de la enfermedad y de la vejez”.
Recordando que en el mundo antiguo, Oriente era sede de grandes escuelas de espiritualidad sacerdotal, el Papa mostró su deseo de que los presbíteros actuales “puedan ser eco de aquella herencia espiritual”, y que ello redunde en la misión tanto de los sacerdotes como de los laicos: “Cuando los sacerdotes, en su servicio, son guiados por motivos verdaderamente espirituales, entonces también los laicos son reforzados en su compromiso de ocuparse de las cosas temporales según su propia vocación cristiana”.