(RV/InfoCatólica) Deteniéndose en primer lugar en la ceremonia ordenación de 14 nuevos sacerdotes diocesanos, el Santo Padre recordó el significado del sacramento del orden presbiteral, que “manifiesta por parte de Dios, su cercanía a los hombres, y por parte de quien lo recibe, la plena disponibilidad a transformarse en instrumento de esta cercanía, con un amor radical a Cristo y a la Iglesia”.
En este sentido, Benedicto XVI evocó las palabras de san Máximo el Confesor, que decía que “el signo que identifica el poder de nuestro Señor Jesucristo es la Cruz que Él ha llevado a sus espaldas”.
“También a nosotros Jesús nos recuerda que para ser sus discípulos es necesario apropiarnos del poder de su Cruz. Coger la Cruz significa comprometerse para derrotar el pecado que obstaculiza el camino emprendido hacia Dios, acoger cotidianamente la voluntad del Señor, y ampliar la fe sobre todo ante los problemas, las dificultades y los sufrimientos”.
El Santo Padre recordó también la figura de la santa carmelita Teresa Benedicta de la Cruz –Edith Stein–, que manifestó con sus palabras y el testimonio de su martirio, el valor de la Cruz en tiempo de persecuciones. Precisamente a todos los perseguidos en la época actual el Papa dirigió unas palabras de aliento:
“También en nuestros días son muchos los cristianos en el mundo que, animados por el amor hacia Dios, cargan cada día con la Cruz tanto de las pruebas cotidianas, como de las procuradas por la barbarie humana, que a veces requiere el valor del extremo sacrificio. Que el Señor dé a cada uno de nosotros la confianza en la esperanza en Él, seguros que, siguiéndole, llevando nuestra Cruz, lograremos con Él la luz de la Resurrección”.
Por último, el Pontífice confió a la materna protección de la Virgen María a los nuevos sacerdotes, para que sean siempre discípulos fieles, valientes testigos de la Palabra de Dios, y administradores de sus dones de salvación.
Llamamiento a la paz y seguridad en Kirguizistán
Tras el rezo mariano del Ángelus y el responso por los fieles difuntos, Benedicto XVI realizó un apremiante llamamiento por la paz y la seguridad en Kirguizistán, uniéndose a cuantos sufren la tragedia, y asegurándoles su oración. “Invito además, a todas la comunidades étnicas del país a renunciar a cualquier provocación o violencia, y pido a la comunidad internacional que se movilice para que las ayudas humanitarias puedan llegar a las poblaciones afectadas”.