(AnálisisDigital/InfoCatólica) Igualmente, el prelado recordó que el hombre puede vivir la vida santamente, participando de la vida de Dios, donde Él es “promotor y protagonista de su propia vida”. “Podemos ser protagonistas de la vida de Dios, esperando, creyendo y amando” afirmó el cardenal.
Además el cardenal Rouco aseguro que “el cristiano, el día de su bautismo muere con Cristo, al mismo tiempo que resucita con Él” por lo que “terminamos viviendo una vida nueva” donde dejamos atrás los pecados. En este sentido, el cardenal también recalcó que nuestra vocación como cristiano no es la de morir cuando nos llegue la muerte física, o viviendo en la pobreza espiritual sino con la certeza de que como “hombres podemos vivir siendo testigos de la verdad, con el amor de Cristo, porque vive entre nosotros”.
“Podemos ser actores y agentes del amor, con caídas y retrocesos” añadió el arzobispo de Madrid “pero teniendo claro el horizonte que Dios nos ha dado, a través de la muerte y resurrección de su Hijo”.
Comunicar la verdad, transmitir la verdad, ser testigos de la verdad
Continuando con su alocución, el cardenal también quiso señalar que celebramos la resurrección del Señor a través de la Eucaristía, “dónde Él se nos da”. Por esa razón y recordando que todo ello ocurre porqué el resucitó, todos los cristianos celebramos el gozo en nuestra fe, vivida con esperanza y transmitida con amor.
Además recogió las palabras de Benedicto XVI en las que recordaba que “el primer deber de la caridad es comunicar la verdad, transmitir la verdad, ser testigos de la verdad”. Por ello, el cardenal, pidió a todos los presentes que hiciesen participes de su gozo y la verdad de Jesucristo resucitado a todos aquellos que les rodean.
“Asimismo debemos de comprometernos en el mandamiento del amor, porque Él nos ama uno a uno, en la realidad de la familia humana” razón por la cual “nosotros también podemos amar de verdad, teniendo como línea de nuestro amor los grandes mandamientos de la ley de Dios” aseveró.
Finalmente, el cardenal agradeció la participación de todos aquellos que han hecho posible la celebración plena de la Semana Santa.