(EP/InfoCatólica) El arzobispo de Santiago asegura que “un mayor respeto de la vida humana individual pasa inevitablemente por la solidaridad concreta de todos y cada uno, constituyendo uno de los desafíos más urgentes de nuestro tiempo”, afirma el prelado. En este sentido, considera que “el proceso de deshumanización" actual “ha llevado a considerar el aborto como un supuesto derecho, fundamentándose en el puro materialismo”.
“Cuando se buscan razones para legitimar los errores, se pone de relieve la decadencia civil y religiosa, ética y moral en que nos encontramos y ante la que la conciencia de la ciudadanía debe responder con el convencimiento de que la defensa de la vida ha de sacar lo mejor que la persona tiene para no destruir el mismo fundamento de la sociedad”.
Monseñor Barrio apunta que “es compromiso de todos” acoger la vida humana “como don que se debe respetar, tutelar y promover, mucho más cuando es frágil y necesita atención y cuidados, sea antes del nacimiento, sea en su fase terminal”.
Derecho a vivir y aborto como delito
Además, en su pastoral, Barrio insiste en que “existe el derecho a vivir, no el derecho a matar”. Recuerda que “científicamente está comprobado que desde el momento de la concepción hay vida humana”, por lo que se trata de una cuestión de derecho natural, válida para todos.
“La Encíclica ‘Evangelium Vitae’ nos recuerda que el aborto procurado sigue siendo un delito y que nunca podrá considerarse como un derecho. Este posicionamiento es válido no sólo para los creyentes sino también para cualquier conciencia iluminada por la recta razón. Se trata de una cuestión de ética natural sin que esto limite su implicación a la moral católica y religiosa”.
Finalmente, recalca que la vida "es un derecho fundamental e inalienable" y que la responsabilidad de la paternidad y maternidad no afecta sólo a los creyentes o sólo a los católicos, sino que atañe a toda la sociedad:
“Ciertamente la fe cristiana nos da una luz especial para ver lo esencial de la defensa de la vida que no es una cuestión que afecta solamente a la religión o más específicamente al catolicismo sino que es cuestión de toda la sociedad. El tema que nos ocupa es profundamente humano, antropológico. El hecho de que la dimensión religiosa lo considere algo dentro de su ámbito y el que lo ilumine, ello no lo hace de por sí existente solamente dentro de dicho ámbito, con exclusión de lo humano, en sus vertientes personal, social, moral, jurídica. La vida es un derecho fundamental e inalienable. Ser padre, ser madre es una responsabilidad cuyo ejercicio tiene que ser favorecido por el Estado y por toda la sociedad. La Iglesia no se siente ajena a la preocupación de tantas madres, cualesquiera que sean sus circunstancias”.