(Zenit/InfoCatólica) El cardenal Mahony, de 74 años, asegura que la “tendencia es molesta”, y que las “políticas represivas”, aplicadas durante dos décadas, no han detenido la entrada ilegal en Estados Unidos. En efecto, en los últimos diez años, el país gastó más de 100.000 millones de dólares en la represión de la inmigración ilegal, pero, en el mismo periodo, el número de inmigrantes “sin papeles” en Estados Unidos subió de 7 a 11 millones.
Afirma que el sistema de inmigración legal es “anticuado e inadecuado para nuestras necesidades de trabajo futuro, especialmente cuando se recupere la economía”. Proponiendo los casos de dos jóvenes afectados por el sistema de inmigración, el cardenal Mahony afirma que “el sistema de inmigración nos ha deprimido como nación y empañado nuestro carácter nacional”. Además, denuncia que “el sistema de inmigración basado en la familia, que ha ayudado a las familias inmigrantes a permanecer unidas y fuertes por décadas, es imposible y ahora mantiene a las familias separadas”.
“Cuestiones públicas de cómo los inmigrantes impactan nuestra economía y cultura son apropiadas y deberían ser consideradas por nuestros funcionarios elegidos. Hasta la fecha, estas preocupaciones han dominado nuestro debate nacional sobre inmigración, pero deberíamos ya conocer la respuesta. Nuestra historia ha mostrado que los inmigrantes han ayudado a construir esta nación diversa y convertirla en la mayor democracia y superpoder del mundo”.
“La definitiva y determinante cuestión para nuestro país, mucho menos discutida, es si deberíamos acoger o rechazar la herencia inmigrante que nos ha servido tan bien (...) No se trata sólo de cambiar nuestras leyes nacionales de inmigración, sino que trata del futuro de nuestro país. No trata tanto sobre los inmigrantes como sobre nosotros, la ciudadanía estadounidense, y el tipo de sociedad que deseamos que hereden las futuras generaciones”.
“Podemos volver a nuestra tradición como una nación de inmigrantes y acoger e invertir en ellos, o podemos continuar replegándonos en detrimento de nuestros propios intereses”, concluye monseñor Roger Mahony.