(Aci/InfoCatólica) Es el caso de la Basílica del Salvador construida en 1892 y considerado uno de los más hermosos de Santiago, que permanecía sin ser restaurado. “El sismo del 27 de febrero fue otra vez implacable y la Basílica sufrió un daño tan brutal, que casi parece una utopía pensar que ahora pueda ser recuperada”, dice El Mercurio.
Las antiguas iglesias de La Inmaculada Concepción de La Compañía y San Antonio de Chépica, ambas de la VI Región, se consideran como pérdidas irreparables; mientras que en Santiago, la Basílica del Corazón de María, de estilo renacentista e inaugurada en 1879, sufrió desprendimientos en su interior y la cruz del frontis se vino abajo.
También en la capital, el interior de San Saturnino (1844) está desplomado y el campanario corre riesgo de derrumbe sobre las casas vecinas.
El imponente templo de La Preciosa Sangre (1902) de Santiago sufrió el derrumbe completo de su presbiterio y una grieta que divide en dos la nave central. También tienen severos daños el Primer Monasterio de la Visitación, la Capilla de Ánimas, San Isidro Labrador y San Antonio de Padua.
En Chépica, el templo de San Antonio, construido en 1824, no pudo resistir la embestida del terremoto; mientras el Obispado de Rancagua “lamenta la pérdida de cerca de 700 de sus capillas”, revela la nota.
La Basílica de Lourdes y la Basílica del Perpetuo Socorro, aunque menos antiguas, son consideradas dos joyas artísticas que también han sufrido severos daños; mientras la iglesia de los Jesuitas de 1750, una de las más antiguas del país, tiene trozos de estuco desparramados; vigas de doce metros de largo caídas, todas las imágenes del singular barroco alemán-calerano destruida y la estructura de los muros en malas condiciones.