(RD/InfoCatólica) Contradiciendo la postura de la Iglesia Católica ante los casos de Eluana Englaro e Inmaculada Echevarría, José Carlos Bermejo, director del Centro San Camilo, ha justificado la actuación médica que llevó a la muerte de esas dos mujeres.
De Eluana, a la que se dejó de alimentar e hidratar para conseguir su muerte, dice que lo que ocurrió fue "la retirada del consentimiento para unas prácticas que querían ser terapéuticas, siguiendo las voluntades que había reiterado con anterioridad".
Y de Inmaculada Echevarría, tetrapléjica que pidió que le fuera retirado el respirador artificial para poder morir, asegura, negando que fuera un caso de eutanasia, que "esta mujer, libre y conscientemente, solicitaba limitar el esfuerzo. Esto ya no lo quiero. No pedía que alguien le hiciera algo para morirse".
Para el religioso, en casos como estos, "en los que algunos representantes de la Iglesia han mostrado su contrariedad, podían haber revisado la misma tradición de la moral católica, que habría estado más de parte de esas personas".
No hay que insistir tanto en la cultura de la vida
"¿Alguien se preguntó quién es Inmaculada Echevarría antes de hablar?", se pregunta el religioso, para después asumir que "no nos está yendo muy bien insistir tanto en la cultura de la vida. A base de insistir en que hay que generar una cultura de la vida, se nos está olvidando que hay que generar una cultura del morir, y una cultura de la muerte. Donde no hay una cultura del morir, hay analfabetismo ético. Los impulsos de los sentimientos nos hacen expresar opiniones que denotan falta de cultura".
Bermejo asegura que "en bioética hay que partir de los datos, disponerse en actitud dialogante con las personas implicadas y ver los valores que están en juego. El referente fundamental ha de ser el Evangelio. Y el Evangelio no nos resuelve muchas de las problemáticas éticas de hoy, pero probablemente pone a la persona en el centro, y nos invita a mirar mucho más de frente y escucharlas detenidamente".