(InfoCatólica) Recientemente se ha publicado una encuesta en EWTN News y Real Clear Opinion Research cuyos resultados revelan que la mayoría de los católicos estadounidenses (54%) están a favor de las deportaciones masivas, que constituyen una de las promesas electorales fundamentales del Presidente Trump.
En cambio, numerosos obispos de Estados Unidos han afirmado que las deportaciones y las políticas migratorias de Trump eran crueles e inhumanas, a la vez que desestimaban los problemas causados por la llegada masiva de inmigrantes ilegales como algo secundario o incluso inventado por razones ideológicas.
Los datos de la encuesta muestran un claro contraste o desacuerdo entre los fieles y los prelados del país norteamericano en materia de políticas de inmigración. Esta diferencia, en principio, no es sorprendente. Estamos acostumbrados a que muchos católicos se aparten de lo que enseñan los obispos, especialmente cuando se trata de católicos puramente nominales.
Curiosamente, en este caso sucede lo contrario. El apoyo a las deportaciones aumenta hasta el 58% entre católicos que asisten a Misa al menos una vez a la semana y disminuye hasta el 50% entre quienes asisten a Misa con menos frecuencia. Es decir, cuanto más a menudo asiste un católico a Misa, más probable es que apoye la aplicación de las leyes de su país y las deportaciones masivas.
Lo cierto es que las políticas migratorias tratan a menudo cuestiones prudenciales, en las que caben distintas opiniones legítimas para un católico. Los fieles no están obligados a coincidir con la opinión de los obispos en cuestiones prudenciales y tienen el derecho e incluso el deber de discernirlas de conformidad con su conciencia y con la doctrina de la Iglesia.
Es más, quizá en este caso la diferencia de opinión tan marcada con los prelados debería hacer pensar a estos últimos: ¿por qué existe esta brecha entre los obispos y los fieles que se toman más en serio su fe? ¿Existe también en otros ámbitos? ¿Se puede aprender algo de ello?








