(InfoCatólica) Juman Al Qawasmi, hija de uno de los fundadores del grupo terrorista Hamás y exmujer de uno de sus líderes, ha revelado públicamente su conversión al cristianismo en una entrevista con CBN News (Christian Broadcasting Network). Desde un lugar protegido fuera de Gaza, la joven palestina ha denunciado la educación en el odio que recibió desde pequeña y ha criticado duramente las prácticas del movimiento islamista.
Una infancia marcada por el odio
Nacida y criada en Catar, Al Qawasmi creció en un entorno donde la lealtad absoluta a la causa de Hamás era fundamental. «Mis padres nos animaron a odiar a Israel, a los judíos, a los cristianos, incluso a todos los que no pertenecían a Hamás. Debíamos matarlos, porque es lo que dice el Corán», declaró en la entrevista.
Hace 13 años, cuando Hamás ya controlaba Gaza, fue entregada en matrimonio a uno de los líderes que dirigían la Franja. Su educación estaba marcada por el odio hacia judíos, cristianos e incluso hacia musulmanes que no compartían la misma visión radical del Corán.
El despertar de las dudas
Cuando Hamás tomó el control de Gaza en 2007, Juman fue testigo directo de actos de violencia, incluso contra palestinos. «Entre los años 2002 y 2012 viví en Gaza y vi lo que estaba haciendo Hamás cuando tomó el poder. Dijeron que venían para traer igualdad para todos y cumplir sus promesas, y nada de esto sucedió», comenta.
Una vez instalada en la Franja, las dudas sobre la educación recibida se dispararon al observar cómo actuaban los dirigentes de Hamás en Gaza. «Yo nunca estaba satisfecha con Alá, y creía que Él tampoco lo estaba nunca conmigo. El islam nunca te concede paz», afirma con sencillez.
Estas experiencias despertaron en ella dudas profundas sobre la doctrina y el modo en que su familia y el movimiento ejercían la autoridad. «No está permitido hacer preguntas en el islam. Solo tienes que obedecer», reconoce.
La experiencia que cambió su vida
Entre 2012 y 2014, vivió momentos de terror cuando el Ejército israelí le avisaba de bombardeos inminentes en su vecindario. Durante una de esas noches, mientras su familia huía, Juman hizo una oración personal: «Dios, si existes, quiero conocerte, quiero que me salves», relata a CBN.
Su vida cambió una noche de 2014, cuando tuvo una experiencia que describe como transformadora: vio a su madre, quien había fallecido unos años atrás, en un sueño. Estaban sentadas juntas en un balcón observando la luna, que se fue haciendo más grande hasta que Juman vio el rostro de Jesús, quien le habló en árabe: «Soy Dios, Jesús. Tú eres mi hija; no tengas miedo».
«Cuando me desperté, sentí que había una luz en la habitación, algo como, ¡esto es real!», relata. Al despertar, le invadió la paz y la seguridad por primera vez en su vida de que era amada.
El descubrimiento del cristianismo
Nunca antes había escuchado el nombre de Jesús ni tenido contacto con cristianos. «Mi comunidad era 100 % musulmana, mis actividades eran ir al centro islámico y memorizar el Corán. Nunca había conocido a gente cristiana en mi vida», relata.
Juman explica que nunca había oído hablar de Yeshua (Jesús en arameo), el nombre que le vino en sueños, porque en el Corán se habla solo de un profeta llamado Isa. Sin embargo, aquella visión le despertó una paz interior desconocida. «Nadie me había hablado de Él antes, pero, cuando escuché Su nombre, sentí que era un nombre bello, un Dios bello, y sentí paz dentro de mí. Por primera vez, Alguien me amaba, nunca me había sentido amada por mi familia», explica.
Movida por esa experiencia, buscó más información y encontró un sitio web cristiano en árabe. Un mensaje le llamó especialmente la atención: «Ama a tus enemigos», una enseñanza que le impactó profundamente y que contrastaba radicalmente con lo que le habían inculcado desde pequeña.
A través de esa página web contactó con otros creyentes y comenzó a leer la Biblia. «El administrador --nunca supe si era hombre o mujer-- me dijo que leyera la Biblia. También me dijo que miles de musulmanes estaban viendo a Jesús en sueños y convirtiéndose. Me dijo: 'No eres la primera'», detalla.
Críticas al islam y a Hamás
Al Qawasmi critica abiertamente tanto al islam como a Hamás: «Nací en el Islam y nunca he estado satisfecha con Dios. Sentía que Dios nunca estaría feliz conmigo, no tenía ninguna garantía de ir al paraíso. Siempre tenía miedo del infierno. El Islam no te da paz, siempre tienes miedo de que algo malo sucederá».
«El islam enseña a los niños a odiar, a luchar, les llena la cabeza de violencia», añade. También denuncia el adoctrinamiento de niños desde los cuatro años para inculcarles odio y enseñarles el uso de armas.
Al referirse al Gobierno de Hamás, afirma que «no pretenden la paz, solo buscan matar a quien se les opone y mantenerse en el poder». Denuncia que todo el dinero que durante muchos años fue canalizado hacia la franja de Gaza para reconstruirla «fue empleado en cambio en construir una ciudad subterránea de túneles», donde esconder las armas y protegerse en caso de ser atacados por Israel, no en cuidar y defender a la población civil.
«Hamas es nuestro verdadero enemigo. No le importa la vida de los palestinos», afirma con contundencia. También denuncia que en el pasado Hamás ha utilizado a niños como «escudos humanos» para protegerse de los ataques de Israel.
Una nueva identidad
Dado que la apostasía está condenada en la ley islámica con la muerte del musulmán que abandona su fe, Juman ocultó su conversión primero y con los años logró huir de Gaza. Ahora se encuentra protegida en un lugar desconocido.
Hoy, la identidad de Juman ya no está marcada por su linaje ni por su pasado en Hamás, sino por su relación con Dios. Se siente «palestina» y solidaria con la suerte de sus compatriotas, pero subraya que por encima del nacionalismo ya no se siente unida a su pasado. «Ahora soy una hija de Dios», concluye.
«Jesús ama a los musulmanes, los ama profundamente y quiere liberarlos», asegura la joven conversa. «Jesús nos está empujando ahora mismo. Déjalo entrar, porque es la vida y ha venido a darte la vida, a darte la alegría, a darte la libertad. No tenemos que tener miedo, deberíamos poner nuestros ojos en Jesús y creer que Él es el camino. El único camino. Es el hombre más grande», concluye.








