(InfoCatólica) La guerra contra la Navidad también llega a España. La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha ha adoptado una decisión que ha generado sorpresa: el calendario escolar 2025/2026 elimina por completo las denominaciones tradicionales de «Navidad» y «Semana Santa», sustituyéndolas por las expresiones neutras «Descanso primer trimestre» y «Descanso segundo trimestre». La medida que adelantaba Religión Confidencial, resulta especialmente llamativa al producirse bajo el mandato de Emiliano García-Page, uno de los pocos políticos españoles que se llena de boca de decir que es católico.
Se desconoce si los aguerridos obispos toledanos emitirán nota al respecto.
Un cambio oficial y deliberado
El cambio no se trata de una interpretación superficial o un matiz menor. Está plasmado tanto en la Orden 87/2025, de 4 de junio, publicada en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha, como en el calendario gráfico difundido por la Consejería de Educación. Ninguno de los dos documentos menciona las palabras «Navidad» o «Semana Santa».
Quien consulte el calendario escolar oficial encontrará en diciembre un bloque de color, pero no la palabra Navidad. El diseño difundido por Educación etiqueta el periodo festivo del 22 de diciembre al 6 de enero como «Descanso primer trimestre». Las vacaciones del 30 de marzo al 6 de abril de 2026 se reducen a un «Descanso segundo trimestre».
La orden oficial tampoco reconoce los términos tradicionales y se limita a definir estos periodos únicamente como descansos entre trimestres, sin aludir a su origen cultural o religioso. El texto es explícito: «el descanso escolar entre el primer y el segundo trimestre comprenderá desde el 22/12/2025 hasta el 06/01/2026».
Una incoherencia terminológica
El nuevo sistema genera una evidente incoherencia. El llamado «primer trimestre» se interrumpe cuatro meses después de iniciar el curso, y el «segundo trimestre» se detiene en plena recta final del año académico. La numeración no encaja con el ritmo real del curso y deja a muchos padres preguntándose si el calendario pretende informar o simplemente maquillar.
La Consejería conserva todas las festividades laborales, el Día de la Enseñanza, los días de libre disposición e incluso el 7 de enero como festivo, pero evita cuidadosamente nombrar aquello que explica por qué todas esas fechas existen en ese bloque concreto del año.
El contraste con el perfil de García-Page
La sorpresa no radica únicamente en la medida, sino en el contraste radical con el propio perfil del presidente. García-Page ha afirmado públicamente: «Les molesta que yo, públicamente, diga que soy español y que soy creyente; se creen que España es del PP y que Dios tiene el carné del Partido Popular». También ha declarado: «Una parte sustancial del Estado, para aquellos que no quieran reconocerlo o respetarlo, la conforman las creencias religiosas. Es absurdo omitir que la más mayoritaria es la católica y cualquiera que se plantee gobernar en España sin reconocer la importancia que tiene hoy, tiene discapacidad para el gobierno».
En 2021, García-Page viajó al Vaticano y fue recibido por el Papa Francisco. Salió de aquella reunión diciendo que estaba «muy emocionado, casi flotando», destacando la «sensibilidad» del pontífice e invitándole incluso a visitar Castilla-La Mancha. Ha asistido a procesiones de Semana Santa en Cuenca, en Toledo y en otras localidades de la región, ha defendido la importancia cultural de estas celebraciones y ha apoyado con ayuda pública a hermandades y cofradías.
Sin justificación pedagógica
La decisión del Gobierno autonómico no incluye ninguna justificación pedagógica en la orden oficial. No se explica por qué se elimina la nomenclatura tradicional que se ha mantenido durante décadas, ni si responde a un criterio educativo, cultural o político.
Al adoptar este lenguaje, la Junta desdibuja el patrimonio cultural compartido por la mayor parte de la sociedad. Las vacaciones de Navidad y Semana Santa son parte del calendario civil español, con reconocimiento laboral y académico. Sin embargo, en Castilla-La Mancha pasan a ser un periodo genérico sin referencia al motivo que las origina.
Las fechas siguen siendo las mismas, pero el modo de nombrarlas ya no. Un calendario que debería informar con claridad a las familias termina generando más preguntas que respuestas. Lo que hasta ahora eran periodos con nombre propio –arraigados en la vida cotidiana, en el patrimonio cultural y en la organización familiar– quedan rebajados a un tecnicismo frío que, lejos de ordenar, oculta.








