(Agencias/InfoCatólica) El Papa León XIV ha concluido su primer viaje apostólico tras aterrizar en Roma a las 15:57 horas, procedente de Beirut. La última jornada en el Líbano estuvo marcada por gestos de cercanía hacia los más vulnerables y un llamamiento urgente a la paz en Oriente Medio.
Visita al Hospital de la Cruz: un mensaje de compasión
La mañana comenzó con una visita significativa al Hospital de la Cruz en Jal ed Dib, donde el Pontífice expresó un profundo mensaje de cercanía y esperanza a pacientes, médicos, religiosas y personal sanitario. Durante su estancia, León XIV destacó la labor del beato Padre Jacques (Padre Yaacoub), fundador del hospital, y reconoció la continuidad de su obra a través de las Hermanas Franciscanas de la Cruz.
«En primer lugar, quisiera saludarlos con afecto y asegurarles que están en mi corazón y en mis oraciones. ¡Y les agradezco por el hermoso himno que han cantado! ¡Gracias al coro y a los compositores, es un mensaje de esperanza!», expresó el Santo Padre.
El Papa comparó a los profesionales de la salud con el buen samaritano, animándolos a no perder la alegría de servir pese a las dificultades: «A veces puede sobrevenir el cansancio o el desánimo, sobre todo por las condiciones no siempre favorables en las que trabajan. Los animo a no perder la alegría de esta misión y, a pesar de algunas dificultades, los invito a tener siempre presente el bien que pueden realizar. Es una gran obra a los ojos de Dios».
Oración silenciosa en el puerto: memoria de las víctimas
Posteriormente, León XIV se dirigió al puerto de Beirut para una oración silenciosa en el lugar donde el 4 de agosto de 2020 se produjo la trágica explosión que causó más de 245 fallecidos y 7.000 heridos. El Pontífice depositó una corona de rosas rojas ante el monumento de mármol que enumera los nombres de las víctimas y se arrodilló en oración.
Entre los presentes se encontraba Nada, quien representaba a Isaac, el niño australiano de dos años que fue la víctima más joven de la explosión. Portaba un pañuelo con los rostros de los fallecidos y las palabras: «Beirut, 4 de agosto de 2020, 18:07 – Por siempre en nuestros corazones».
Los familiares y supervivientes, que sostienen fotografías de sus seres queridos fallecidos, continúan clamando por justicia y verdad tras cinco años de investigaciones estancadas. «Queremos la verdad, queremos saber quién es el responsable», expresó Nohad Abdou, mientras que Tatiana Hasrouty, cuyo padre murió en la explosión, afirmó: «Venir a rezar aquí, en el lugar donde murieron tantas personas, nos da un mensaje de esperanza».
Santa Misa en el Waterfront: llamamiento a la unidad
La celebración eucarística en el Waterfront de Beirut, ante unas 150.000 personas, constituyó el momento culminante de la jornada. En su homilía en francés, el Papa agradeció al Señor por los «días intensos que hemos compartido con alegría» e instó a cultivar actitudes de alabanza y gratitud pese a las dificultades.
«La invitación a cultivar siempre actitudes de alabanza y gratitud la dirijo precisamente a ustedes, querido pueblo libanés. A ustedes, que son destinatarios de una belleza singular con la que el Señor ha adornado su tierra y que, al mismo tiempo, son espectadores y víctimas de cómo el mal, en sus múltiples formas, puede empañar esta maravilla», señaló el Pontífice.
León XIV reconoció que la belleza del Líbano se ve oscurecida por la pobreza, las heridas históricas, la fragilidad política, la crisis económica y los conflictos. Sin embargo, invitó a encontrar «las pequeñas luces que brillan en lo hondo de la noche» y a reconocer los brotes de esperanza que surgen incluso en medio del dolor.
Desarmar los corazones para la paz
El mensaje central de la homilía fue un llamamiento a la conversión del corazón y la unidad nacional: «Cada uno debe poner de su parte y todos debemos unir nuestros esfuerzos para que esta tierra pueda recuperar su esplendor. Y sólo hay una forma de hacerlo: desarmemos nuestros corazones, dejemos caer las armaduras de nuestras cerrazones étnicas y políticas, abramos nuestras confesiones religiosas al encuentro mutuo, despertemos en lo más profundo de nuestro ser el sueño de un Líbano unido».
El Papa concluyó con una exhortación profética: «¡Líbano, levántate! ¡Sé morada de justicia y de fraternidad! ¡Sé profecía de paz para todo el Levante!»
Apremiante llamamiento a los líderes políticos
Al término de la misa, León XIV dirigió un mensaje urgente a los dirigentes políticos: «Dirijo un apremiante llamamiento a cuantos están investidos de autoridad política y social, aquí y en todos los países marcados por guerras y violencia: ¡escuchen el clamor de sus pueblos que invocan la paz!»
El Pontífice subrayó la necesidad de un cambio de rumbo en Oriente Medio: «La vía de la hostilidad mutua y de la destrucción en el horror de la guerra ha ido demasiado lejos, con los deplorables resultados que están a la vista de todos. Necesitamos cambiar de camino, necesitamos educar el corazón para la paz».
También recordó en sus oraciones a Guinea-Bisáu, deseando una solución pacífica de las controversias políticas, y a las víctimas del incendio en Hong Kong.
Despedida y regreso a Roma
Tras la ceremonia de despedida en el Aeropuerto Internacional de Beirut, donde repasó los momentos más destacados de su estancia, el Papa partió a las 13:48 hora local. Durante el vuelo, envió telegramas de agradecimiento al presidente libanés Joseph Aoun y saludos a los mandatarios de los países sobrevolados: Chipre, Grecia e Italia.
El viaje, que había comenzado el 27 de noviembre con una primera etapa en Turquía con motivo del 1700 aniversario del Primer Concilio de Nicea, incluyó encuentros ecuménicos e interreligiosos, una visita a la tumba de San Charbel Maklūf y reuniones con jóvenes en Bkerké.
A los cristianos del Levante, el Papa dirigió sus últimas palabras de aliento: «A ustedes, cristianos del Levante, ciudadanos de estas tierras por derecho propio, les repito: ¡ánimo!. Toda la Iglesia los mira con afecto y admiración. Que la Bienaventurada Virgen María, Nuestra Señora de Harissa, los proteja siempre».








