(CNA/InfoCatólica) El paso del huracán Melissa por el oriente cubano ha dejado graves daños materiales y ha afectado uno de los principales símbolos religiosos del país: la Basílica de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba y referente de devoción para millones de fieles.
El ciclón tocó tierra el 29 de octubre a las 3:05 de la madrugada en la zona de Guamá, provincia de Santiago de Cuba, con categoría 3 en la escala Saffir-Simpson. Los vientos sostenidos alcanzaron unos 193 kilómetros por hora, afectando con especial intensidad la parte oriental de la isla.
La localidad de El Cobre, ubicada al pie de la Sierra del Cobre y a unos 12 kilómetros al oeste de la ciudad de Santiago de Cuba, fue una de las más castigadas por el fenómeno meteorológico.
El padre Rogelio Dean, rector del santuario, relató en su cuenta de Facebook que durante el paso del huracán se vivieron «momentos de extrema tensión, estrés y preocupación». En nombre de la comunidad, aseguró que nunca habían presenciado una situación semejante.
Sobre los daños en el templo, el sacerdote explicó que Melissa «destrozó el santuario… lamentablemente, algunas vidrieras resultaron dañadas. Entró agua y, bueno, han sido momentos muy difíciles».
A pesar de las medidas de protección adoptadas, como la colocación de marcos de aluminio para resguardar las vidrieras, «este huracán derribó parte de la mampostería de las paredes». En cuanto a la situación de los vecinos, el padre Dean indicó que «la gente lo ha perdido prácticamente todo. Estamos viviendo una situación muy dolorosa. Muy, muy dolorosa».
Cáritas Cuba informó del desbordamiento de varios ríos en la región oriental, lo que provocó inundaciones que afectaron a numerosas viviendas e instituciones locales.
Ante la emergencia, el rector del santuario pidió a la sociedad y a las autoridades «centrar su atención en el este de Cuba en estos momentos». Añadió que «estamos activando la labor de Cáritas en las parroquias para proporcionar alimentos, que es lo que podemos hacer por el momento. Obviamente, todavía no tenemos electricidad».
Por su parte, la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba calificó el impacto de Melissa como «una catástrofe de enormes proporciones» y recordó que este desastre se suma «a la ya difícil realidad cotidiana de nuestro pueblo». Los prelados solicitaron ayuda urgente «de todo tipo» para los damnificados: alimentos, ropa, colchones, artículos de primera necesidad y refugio, «especialmente para las muchas personas mayores que viven solas y todos aquellos que, naturalmente, atraviesan este momento con tristeza y desaliento».
Finalmente, los obispos hicieron un llamamiento a la solidaridad «de los cubanos en otras partes del mundo y en todo el país, a todos aquellos que de buena voluntad quieran y puedan ayudarnos».







