Monseñor Sanz Montes se despidió de los oscenses

Monseñor Sanz Montes: «Llevadme en vuestro corazón, que yo en mi corazón os llevo»

En una catedral de Huesca donde no quedaba un asiento libre y con fieles de pie ocupando las galerías laterales, Monseñor Jesús Sanz Montes celebró el pasado sábado la misa de acción de gracias por su pontificado en la diócesis oscense, que a su vez sirvió para que se despida de quienes han sido sus fieles durante los últimos seis años. El obispo agradeció a todos los presentes su ayuda -«me habéis enseñado a ser obispo», llegó a decir- y pidió perdón por sus limitaciones, en buena medida dadas por la dificultad de gobernar dos diócesis y además tener otras responsabilidades en el seno de la Iglesia. Monseñor Sanz Montes tomará posesión de la archidiócesis de Oviedo el próximo sábado, día 30 de enero. En entrevista concedidad a El Comercio asegura ser un obispo conservador pero no reaccionario.

(AltoAragón/ElComercioDigital/InfoCatólica) En el momento de la homilía, el obispo de Jaca y Huesca comenzó su sermón confesando lo difícil que le había resultado escribir sus últimas palabras. "Comparto con vosotros ese sentimiento agridulce al dejar una historia de seis años y la querida gente con la que he nacido y crecido como obispo, pero Dios tiene sus caminos, que por nuestro propio bien no deja de proponernos", señaló.

Resumió esa historia comenzando por su llegada, un 14 de diciembre de 2003, "sin consignas ni previo aviso", con una misión que le "desbordaba". Dejó su Castilla natal, donde se dedicaba a la enseñanza, al estudio y a la predicación en un humilde convento, para venir a un lugar desconocido donde "todo estaba por escribir". "Llegué a Huesca diciendo un sí lleno de noble respeto y de cristiano temor", dijo monseñor Sanz Montes, recordando un trance que debe volver a pasar en su nueva etapa como arzobispo de Oviedo. "Cuando miro atrás lo primero que me surge es una sentida gratitud hacia las personas que tanto me han querido y ayudado, mis tres vicarios y los sacerdotes, delegados diocesanos, voluntarios, autoridades civiles, militares, judiciales y académicas. Con todos he tenido la oportunidad de caminar juntos en favor de la entera sociedad. Gracias a esta tierra por su comprensión".

También pidió perdón por no haber podido dedicar más tiempo a su cometido en las diócesis de Huesca y Jaca: "Por llegar tarde o no llegar nunca a citas o acontecimientos que aguardaban mi presencia o mi voz". También por sus palabras "mal expresadas, mal entendidas o tergiversadas".

El obispo calificó estos seis últimos años como un "tiempo intenso, lleno de gracia y sorpresas". "Bien sabía el Señor lo que quería escribir conmigo. Con todos he querido contar, y quitando unas pocas excepciones ya olvidadas, por todos me he sentido acompañado, cada cual a su modo y a su tiempo", expresó. Jesús Sanz agregó que su intención es "ser sencillamente un pastor bueno". Monseñor Sanz Montes tuvo también unas palabras para las familias, los pobres y el seminario, "realidades muy queridas" por él en los últimos años.

Por último, el obispo deseó que el periodo de interinidad en el que se sumerge el obispado de Huesca y Jaca a partir de ahora dure poco y se designe pronto un sucesor, y añadió como despedida los versos de un poeta gaditano: "Porque no nos separemos, llevadme en vuestro corazón, que yo en mi corazón os llevo". Los sentidos aplausos que sucedieron al sermón sumieron a la Catedral en un ambiente de despedida tildado de tristeza y alegría al mismo tiempo.

Antes del rito final, en el que el pontífice recorrió la Catedral bendiciendo al pueblo congregado, el vicario general, Nicolás López, formuló un pequeño discurso para agradecer la labor del obispo en sus seis años de dedicación a la diócesis de Huesca. Para finalizar, Jesús Sanz recordó con humor las palabras que hace poco le dijeron unos amigos, y es que "cambiar Corona por Principado no es ir a mejor". A continuación, para no inducir a la equivocación sobre sus sentimientos hacia su nuevo destino, se refirió a Oviedo como "una querida tierra" donde espera a todos los oscenses que lo deseen para invitarles a "un vaso de sidrina".

El sábado en la catedral de Oviedo serán, al menos, 300 sacerdotes y 25 obispos los miembros de la Iglesia que le den la bienvenida. Y se calcula que un millar de personas acudirá a su toma de posesión como arzobispo. Sanz llegará a Asturias «no en una fuga asustada ni en un frívolo devaneo de quien hace carrera, sino diciendo sí a Dios» y muy a pesar de los fieles de Huesca, que ayer reconocían lo mucho que le echarán de menos.

De lo que lamentan su marcha da muestra la jota aragonesa que le dedicaron y en la que, medio en broma medio en serio, le piden que, ahora que aún está a tiempo, se lo piense bien y no abandone un reino y una corona como la de Aragón por un simple Principado. "Seguro que hoy me la vuelven a cantar", comentaba Jesús Sanz Montes una vez terminada la misa y a punto de reunirse con cerca de un centenar de sacerdotes para compartir una comida.

Entrevistado por El Comercio de Oviedo, monseñor Sanz habló de la despedida y de sus planes como arobispo de Oviedo.

-¿Emocionado por la despedida en esta catedral en la que fue ordenado por primera vez obispo?

-Pues sí. Realmente ha resultado conmovedora la asistencia de tanta gente que te viene a decir adiós. No me ha sido fácil leer la homilía. Sabía que hoy no podía improvisar porque uno es de carne y hueso y, en el adiós, te traiciona muchas veces el sentimiento.

-¿Quién echará más de menos a quién?

-En estos dos meses, desde mi nombramiento como arzobispo de Oviedo, me he dado cuenta de que yo quiero a esta gente más de lo que me imaginaba y de que soy más querido de lo que pueda parecer. Y, en un momento solemne, en la catedral donde te hicieron obispo, tener que decir adiós a tanta gente querida en una tierra entrañable, si no eres de mármol, se hace difícil.

-Ya ha tenido ocasión de visitar la que será su próxima casa. ¿Qué tal la primera impresión?

-No conozco las ciudades de Asturias. Sólo Covadonga, por mis andanzas montañeras. Pero el otro día cuando estuve en Oviedo, de incógnito, la gente que fui encontrando por la calle me resultó muy cordial. Tenéis fama de ser gente muy acogedora, de ser muy buena gente.

-Usted ha dicho que a veces los obispos son el 'pim pam pum' de turno dentro y fuera de la Iglesia. ¿Se ha sentido así en alguna ocasión?

-Sí, como no. No hay obispo que se precie que no lo haya sido alguna vez. Yo no lo sé todo ni lo puedo todo y, por tanto, cometo errores. A veces dices verdades como catedrales, pero las dices de tal manera que crispas, hieres, y eso no es de recibo. La vida te enseña y yo he aprendido algunas lecciones en el libro de mis errores.

-Sin embargo, no es de los que se muerden la lengua.

-Sí, no me muerdo la lengua. Quien no va buscando el aplauso y quien no teme la impopularidad es libre para decir lo que piensa, para decirlo con respeto, pero para decirlo con total libertad.

-Si algo le van a pedir en Asturias es sensibilidad social.

-Lo sé. Sé que la Iglesia asturiana ha hecho gala de ello y yo me alegro. No voy a Asturias con insensibilidad precisamente en este campo. Me duelen los más de 70.000 parados que hay en Asturias. Aquí en Huesca, cuando cerró una empresa, Mildred, varios sindicatos y partidos de la izquierda organizaron una manifestación. Yo vine ex profeso desde Madrid, donde tenía una reunión. Como yo tenía ya una cierta fama de haber estado en otro tipo de manifestaciones en favor de la familia o de la vida, era el gran excluido. Cuando llegué, me fui haciendo hueco entre la gente como Moisés entre las aguas y llegué a la cabecera. Aquí estoy, les dije. Y me preguntaban: "¿Y qué hace usted aquí?". "Pues lo mismo que vosotros, pedir justicia para que esto no cierre". Eso les descolocó. "¿No habíamos quedado en que era usted un obispo conservador? Aquí no pega que esté", pensaban. Pero pega siempre que haya que reclamar, gritar, pedir algo que va en favor de la vida, de la justicia y de la paz.

-¿Le molesta esa etiqueta de conservador?

-En absoluto, me encanta. Porque una cosa es ser conservador y otra es ser reaccionario. Yo conservador de las cosas que merece la pena conservar soy realmente apasionado. Pero no lo confundamos con el reaccionario, porque yo en esas cosas soy tremendamente liberal. Las etiquetas no las pongo yo, me las ponen. Algunas son muy vistosas y llaman la atención y otras, pues, en fin, haces lo que puedes para taparlas con la bufanda.

-Hace dos meses de su nombramiento. ¿Ya se ha puesto al día de las cuestiones de Asturias?

-No, lo siento. Primero porque, materialmente, no os hacéis una idea de cómo han sido estos dos meses. Pero también por seriedad, porque podría llegar a Asturias haciendo ver que la conozco cuando en realidad lo que conozco son tres informes. Quiero conocer Asturias pisando la tierra y quiero sentir los problemas de la gente y la esperanza de las personas mirándoles, no porque me han pasado un informe con el que haces el paripé. Como hice cuando llegué aquí me tomaré unos meses para conocer in situ, codo con codo con las personas, qué es lo que ahí se cuece, lo que se sueña, lo que se sufre.

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