(InfoCatólica) El año 2020 el Anuario Pontificio introdujo un cambio notable al relegar el título de Vicario de Cristo, que es el que más claramente designa la función de los papas como Sucesores de Pedro.
El Anuario empieza por la persona del Papa y, tradicionalmente, comenzaba enumerando los títulos papales, empezando por el de Vicario de Jesucristo (en grandes letras). Tras él, aparecían Sucesor del Príncipe de los Apóstoles, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal, Primado de Italia, Arzobispo Metropolitano de la Provincia de Roma, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano y Siervo de los siervos de Dios. Después, se daba el nombre del Pontífice y una breve reseña biográfica de su ordenación sacerdotal, episcopal y nombramiento como Pontífice.
Ese años se modificó ese formato acostumbrado y, en el nuevo Anuario, la página dedicada al Papa comenzaba por el nombre del Pontífice argentino: Jorge Mario Bergoglio. Al nombre, sigue la reseña biográfica. Solo después, tras una raya horizontal y en letra de menor tamaño, se incluyó un apartado denominado: «Títulos históricos». Es en este apartado donde apareció la lista que anteriormente se encontraba al principio, encabezada por el título de «Vicario de Jesucristo».
El Cardenal Gerhard Müller, Prefecto emérito de la Congregación Para la Doctrina de la Fe aseguró entonces que el cambio reducía «elementos esenciales de la doctrina católica sobre el Primado a un mero apéndice histórico». El cardenal señaló también que era una «barbaridad teológica convertir en un lastre histórico los títulos del Papa como sucesor de Pedro, representante de Cristo y cabeza visible de toda la Iglesia».
Si bien el Anuario es, básicamente, «una libreta de direcciones y carece de autoridad docente», dijo el purpurado, debería «evitar las deficiencias teológicas y los errores descuidados». Asimismo, sugirió que una mirada al Concilio Vaticano II habría salvado a los redactores del Anuario de la «vergüenza» de devaluar los títulos del Papa, porque la Constitución Dogmática Lumen Gentium enseña que los obispos, sucesores de los Apóstoles, «junto con el sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y Cabeza visible de toda la Iglesia, rigen la casa del Dios vivo» (LG 18). Precisamente por ello, explicó el Cardenal, «ningún Papa ni Concilio ecuménico podría, con su autoridad sobre la Iglesia, abolir el Primado, el episcopado o los sacramentos, ni reinterpretar su esencia».
El pasado lunes, León XIV usó ese título en su discurso a los Caballeros de Colón:
Deseo expresar mi profunda gratitud a los Caballeros de Colón por vuestra generosidad al hacer posibles estos proyectos. Son un signo visible de vuestra continua devoción al Vicario de Cristo. A lo largo de su historia, la Orden ha apoyado la labor caritativa del Romano Pontífice de diversas maneras, incluso a través del Fondo Vicarius Christi, que le permite expresar su solidaridad con los pobres y los más vulnerables de todo el mundo.







