(InfoCatólica) La web del Vaticano se hace eco de un reportaje de La Croix que relata la alegría y los retos que suponen el inusual número de conversiones en Francia.
La afluencia de nuevos fieles, en su mayoría jóvenes, está cambiando el rostro de la Iglesia en Francia. «La vida de nuestras parroquias cambiará bajo la influencia de los recién bautizados, que pueden convertirse en una fuerza motriz de compromiso, testimonio, oración y revitalización de las comunidades locales», opina el obispo Olivier de Cagny, responsable de los sacramentos de iniciación en la Conferencia Episcopal Francesa.
El auge de las conversiones continúa
Según el diario La Croix, el auge de las conversiones, que dura ya tres años, no pierde fuerza. Si hasta 2022 el número de adultos que solicitaban el bautismo se mantenía en torno a los 4000, este año, en Pascua, se bautizaron 7400 adolescentes y 10 384 adultos, en su mayoría jóvenes.
La principal prioridad del episcopado.
La afluencia de candidatos al bautismo es un fenómeno generalizado que se da en todas las diócesis del país. Todas las diócesis se enfrentan al mismo reto importante: cómo integrar a los recién llegados en la vida de las comunidades parroquiales locales. El cardenal Jean-Marc Aveline, que asumió la dirección del episcopado el 1 de julio, consideró esta tarea como la prioridad más importante de su mandato.
Los conversos suelen ser jóvenes y, por lo tanto, móviles
Isabelle de la Garanderie, responsable de los recién bautizados en la diócesis de Nanterre, señala que su integración en una parroquia concreta no es nada evidente. Se trata, en su mayoría, de personas jóvenes, el 42 % de ellas menores de 25 años. Por lo tanto, son muy móviles y es difícil saber dónde buscan su lugar en la Iglesia. Según De la Garanderie, la Iglesia debe cambiar su lógica de actuación. En lugar de preguntarse qué hacer con los recién llegados, debe situarlos en el centro y ver su actividad desde el punto de vista de los nuevos conversos.
Los grupos híbridos son los que mejor funcionan
Actualmente, en todas las diócesis francesas se están llevando a cabo diversas iniciativas que involucran a los recién bautizados: escuelas bíblicas, catequesis, peregrinaciones o cursos Alpha. Hasta ahora, la iniciativa que mejor ha funcionado es la de la archidiócesis de Lyon, en la que se crean los llamados grupos híbridos, a los que pertenecen tanto los catecúmenos que se preparan para el bautismo, los recién bautizados, como los creyentes que llevan mucho tiempo en la Iglesia. Se trata de grupos pequeños, de entre 8 y 10 personas. En algunas parroquias hay incluso siete u ocho comunidades de este tipo. «No hay que esperar al bautismo para ocuparse de la integración», afirma Isabelle Quiblier, responsable del catecumenado en Lyon.