(Kath.net/InfoCatólica) – El sacerdote alemán Winfried Abel, ampliamente reconocido en el mundo católico de habla alemana por sus intervenciones en medios como EWTN, K-TV y Radio Horeb, ha realizado una contundente declaración pública en la que anuncia que deja de identificarse como «sacerdote de la diócesis de Fulda».
En una carta abierta publicada por kath.net, Abel afirma:
«En esta diócesis no quiero seguir siendo sacerdote. En adelante, me llamaré “sacerdote de la Iglesia Católica Romana” porque en el ministerio de Pedro, con sede en Roma, veo el garante de una Iglesia a la que sigue vigente la promesa de Jesús: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. Esto ya no está garantizado en la Iglesia de Fulda».
El motivo principal de su ruptura es la postura de la diócesis respecto al activismo LGBT. Abel reaccionó especialmente ante el apoyo del general vicario Martin Stanke al Día del Orgullo Gay. Según el sacerdote, el saludo oficial publicado en la página web diocesana con motivo de esta celebración «es una muestra de cómo la diócesis de Fulda ha perdido su capacidad de diferenciarse de la sociedad secular».
«Las llamadas “Pride-Paraden” son síntomas de una sociedad moralmente desenfrenada que ha sobrepasado los límites de la decencia y la moral; son un despliegue colorido de perversiones, la glorificación de obscenidades de mal gusto y un espectáculo de la pérdida del sentido de la vergüenza», denunció el presbítero.
El sacerdote vincula estas prácticas con el pecado original: «“Pride” está al principio de la historia de la humanidad como desencadenante de la catástrofe original que llamamos caída, porque el hombre, en su orgullo y arrogancia, se volvió contra Dios y rompió su amistad con Él».
Abel también se refirió con dureza a la guía pastoral («Handreichung») aprobada en abril por la Conferencia Episcopal Alemana (DBK) y el Comité Central de Caólicos Alemanes (ZdK), que permite bendiciones a parejas homosexuales y otras uniones no sacramentales. A su juicio, esta práctica contradice la enseñanza de la Iglesia:
«Estoy profundamente conmocionado porque “mi” Iglesia católica en este país, a la que he servido durante 61 años, se ha vuelto tan carente de nivel que incluso nuestros obispos ya no distinguen entre amor sexual, erótico, amistoso y divino –sexus, eros, philia, agape–, sino que aprueban y bendicen indiscriminadamente todo lo que se presenta bajo el término “amor”».
Para ilustrar su posición, Abel escribió:
«Si un alcohólico pide una bendición, desea ser liberado de su adicción, no que se bendiga su alcoholismo. Si una pareja homosexual solicita el apoyo de la Iglesia para confirmar su forma de vida, la Iglesia debe rechazar esa bendición. Una Iglesia que se somete al Zeitgeist (el “espíritu del tiempo”, es decir, las ideas y tendencias dominantes en la sociedad) acabará por no ser tomada en serio por nadie».
En otro pasaje, el sacerdote critica a la diócesis por incluir en sus anuncios laborales la fórmula «m/w/d» (masculino/femenino/diverso), alineándose así con las directrices estatales y lo que él llama «supuestos avances de las ciencias humanas». Para Abel, esta tendencia es «una negación de la creación divina, que hizo al hombre varón y mujer».
El P. Winfried Abel, nacido en 1939 y ordenado sacerdote en 1964, trabajó como capellán y en la pastoral penitenciaria entre 1970 y 1983, antes de dedicarse a la educación y los ejercicios espirituales. Fue párroco de la parroquia de Neuenberg, Fulda, de 1989 a 2014, y posteriormente desempeñó el cargo de espiritual en el seminario Leopoldinum de Heiligenkreuz. Actualmente continúa activo en diversos medios católicos. Sus memorias sobre su etapa como capellán penitenciario serán publicadas próximamente por la editorial Media Maria.
Abel concluye su carta con un severo diagnóstico sobre la situación de la Iglesia en Alemania: «Hoy quisiera gritar a los pocos creyentes que quedan: “¡Pueblos, escuchad las señales!” Los síntomas del declive moral de la Iglesia en nuestra diócesis son inconfundibles y ensordecedores. Una Iglesia que se rinde al Zeitgeist no resistirá las puertas del infierno».