(Asia News/InfoCatólica) Según el gobierno ucraniano, los servicios estatales han encontrado de nuevo «signos evidentes» del vínculo entre la metrópolis de Kiev de la IOU-PM y el patriarcado de Moscú, y el mes de preaviso es la última posibilidad que permite la ley ucraniana, con una prórroga máxima de un mes más. La IOU-PM tiene derecho a apelar al Servicio Estatal, que emitirá su veredicto en el plazo de un mes, y si la apelación no es aceptada y los documentos no se corrigen, entonces la iglesia deberá someterse al juicio de un tribunal.
La sentencia del tribunal pondrá fin a la cuestión, que se prolonga desde hace más de un año, tras la decisión del Parlamento de Kiev de ilegalizar esa iglesia. En caso de condena a la disolución, el tribunal nombrará una comisión especial para tramitar el cese de toda actividad de las comunidades religiosas, privándolas del derecho a utilizar las propiedades estatales y municipales, y el clero de esta Iglesia ya no tendrá derecho a celebrar funciones religiosas en ningún edificio público o privado. Actualmente, las parroquias de la IOU-PM son unas 10 000, un número equivalente al de los ortodoxos autocéfalos de la Iglesia Ortodoxa de Ucrania, reconocida por el Patriarcado de Constantinopal y todavía hay varios monasterios abiertamente vinculados a la Iglesia rusa.
De hecho, no existe una personalidad jurídica única de la Iglesia, organizada en diferentes diócesis, parroquias y comunidades monásticas, para cada una de las cuales será necesaria una sentencia específica de los tribunales. En junio de 2022, tras la invasión de Rusia, el sínodo de la IOU-OM condenó la agresión de Moscú, pero sin formalizar jurídicamente su independencia del patriarcado. El primado Berezovskij Onufryi fue privado de la ciudadanía ucraniana, que poseía junto con la rusa.
Los fieles ucranianos defienden su Iglesia
Algunos grupos de fieles ortodoxos de la IOU-PM han organizado en las últimas semanas una serie de manifestaciones en apoyo al metropolitano, abriendo incluso un canal de Telegram titulado «Estamos con Su Eminencia Onufryj», que recopila vídeos de apoyo de muchos ciudadanos ucranianos que se alinean con «su verdadero pastor». Una de las principales activistas de esta protesta es Larisa Brodetskaja, veterana de las fuerzas armadas ucranianas en la resistencia contra los rusos, como voluntaria y médica en el frente, y en señal de rechazo a la «persecución estatal» contra la Iglesia, ha devuelto todas las condecoraciones recibidas en estos años, afirmando que «si le quitan la ciudadanía al metropolitano, también deben quitármela a mí, porque yo soy como él y como otros millones de fieles a los que están ultrajando».
El propio metropolitano Onufryj no ha reaccionado públicamente a la decisión de cancelar su ciudadanía y, en general, en estos años no ha querido difundir mensajes explícitos de condena o aprobación de las dos partes en conflicto, confirmando su posición de equilibrio entre el rechazo a la guerra y la voluntad de no romper con la tradición de la Iglesia ucraniana en su vínculo con la rusa. No ha vuelto a participar en las reuniones del Sínodo del patriarcado y no ha vuelto a Moscú desde 2022, aunque varios otros obispos y sacerdotes de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana han visitado la capital rusa y han asistido a reuniones y audiencias del patriarca de Moscú Kirill (Gundjaev), quien a su vez protesta por las «violaciones de la libertad religiosa» en Ucrania, en la confrontación entre las dos almas de la ortodoxia.
El cisma puede hacerse irreversible
La mera posiblidad de que el Patriarca de Constantinopla admita sin alzar la voz la ilegalización total de una iglesia que siempre ha estado históricamente vinculada al Patriarcado de Moscú, puede provocar que el cisma creado por la concesión de la autocefalia a la otra iglesia ortodoxa del país entre en un camino de no retorno.