(DieTagespost/InfoCatólica) Este domingo se estrenará un documental del canal de televisión católico KTV sobre los despertares espirituales en el este de Alemania. Según un comunicado de prensa, la producción revela «el lado vivo y alentador de la Iglesia en el Este» y, efectivamente, así es: a contracorriente del extendido proceso de erosión de la fe, la cámara enfoca lugares donde ser cristiano, hace apenas unas décadas, era una decisión valiente —«contra la seguridad, la carrera y la adaptación», como dice la presentadora Tini Brüning en el filme— y que hoy se han convertido en verdaderos oasis espirituales.
Alejada de polémicas eclesiásticas, la cinta pone el foco en personas que han encontrado la fe, se han convertido al catolicismo y han fundado iniciativas para compartir su experiencia, revitalizar la Iglesia y acercar a otros a Dios; especialmente jóvenes, que contagian su entusiasmo a otros jóvenes, generando un verdadero efecto dominó del Evangelio.
Ateos que llaman a la puerta de las parroquias
La documental recorre ciudades como Erfurt, Potsdam, Nordhausen y Berlín. Allí no solo muestra creyentes que no esconden su fe pese a ser minoría, sino también a personas que, procedentes de generaciones sin vínculos religiosos, tocan ahora las puertas de las parroquias en busca de sentido y orientación espiritual, y acaban abrazando la fe.
Un joven narra, por ejemplo, cómo su anhelo interior y la búsqueda de respuestas filosóficas lo llevaron a la Iglesia. Todo le resultaba «extraño», pero confiesa: «tenía la sensación de estar en casa». Encontró respuestas a todas sus preguntas y se bautizó.
Un «cascada de amor» que cambió la vida de María
María Peter, de 20 años, creció en un entorno ateo. Conoció a Dios durante un evento Nightfever y hoy es una discípula de Cristo que lidera una noche de alabanza en Erfurt. Comenzó «con solo cinco panes y dos peces» y gracias al apoyo del sacerdote Thomas Gehlfuß, quien impulsa las iniciativas juveniles y ha facilitado la creación de redes entre los jóvenes.
María desea compartir lo que ella misma vivió como una «cascada de amor»: el amor de Dios. Sustituyó antiguas amistades superficiales por vínculos profundos nacidos en la fe. Y no es la única. «Personas que han crecido sin fe encuentran el camino hacia Dios porque se plantean preguntas fundamentales en la vida», afirma.
Una experiencia de renacimiento
Tobias Mannewitz, empresario berlinés con raíces protestantes, también regresó a la fe y está en camino hacia el catolicismo. Por providencia divina —o casualidad— su conversión ocurrió de la mano de un amigo de la infancia que ahora es sacerdote. «Simplemente apareció un día en mi puerta», cuenta el sacerdote.
La pregunta de Tobias fue clara: «Si solo pudiera existir una Iglesia en el mundo, ¿cuál tendría que ser?». Para él, «no era la evangélica». Hoy asegura sentirse «como recién nacido». Su grupo de conversos ha creado un nuevo grupo para profundizar en la fe y seguir creciendo. Así, cada convertido impulsa a otros.
El desierto como lugar de encuentro con Dios
Los testimonios recogidos son representativos de muchos otros brotes de fe en Alemania oriental. Personas que vivieron en una «desértica» etapa espiritual hoy son alcanzadas por el Evangelio. «Los desiertos siempre han sido lugares de encuentro con Dios», explica el padre Marc-Stephan Giese, de Potsdam, recordando a Moisés, Jesús y san Pablo. Lo mismo sucede hoy en la antigua RDA: el desierto se transforma en un símbolo de renovación, cuando las personas permiten que Dios toque sus corazones.
También se escucha la voz de un testigo directo de la RDA y su amigo de la antigua República Federal. En un tono cercano, evocan los tiempos de represión y lo que el sacerdote Florian Erlenmeyer llama «una historia secularizada de la salvación» impuesta por el comunismo. Erlenmeyer destaca la libertad y autenticidad de los creyentes del Este en la actualidad.
Dios encuentra caminos hacia el corazón
Thomas Brose, testigo de la época comunista, relata cómo el partido gobernante afirmaba tener todas las respuestas, promovía el odio contra Occidente y la Iglesia, y hacía todo por mantenerse en el poder. Sus reflexiones sitúan estos nuevos despertares en el contexto de una historia de marginalización eclesial, y evidencian que «para Dios realmente no hay nada imposible». Como lo expresó María Peter: «Nunca podremos estar lo suficientemente lejos como para que Dios no nos alcance a través de su Espíritu Santo».
El documental lo muestra de manera conmovedora: una Iglesia en renovación, impulsada por personas que redescubren la fe, viven la comunión y la espiritualidad, y contagian su alegría por el Señor. Una Iglesia viva que responde a los desafíos del presente. Como dice el padre Gehlfuß al final: «El agua hace florecer el desierto, incluso hoy. El tiempo de la cosecha llegará».