(ACIPrensa/InfoCatólica) La isla de Selja, situada en Nordfjord, al oeste de Noruega, es considerada el punto de partida del cristianismo en este país escandinavo. Desde el siglo X, su historia está profundamente ligada a la figura de Santa Sunniva, princesa irlandesa que, según la tradición, llegó al lugar escapando de un matrimonio forzado. «Providencialmente terminaron aquí, en esta isla santa de Selja en Noruega», contó el P. Mathias Ledum, recién ordenado sacerdote.
La leyenda narra que Sunniva y sus compañeros, refugiados en cuevas, murieron bajo un derrumbe que preservó su pureza. Su cuerpo incorrupto fue hallado tiempo después, dando inicio al primer sitio de peregrinación en Noruega. Durante el siglo XI, Selja fue sede de la primera diócesis del país y albergó un monasterio benedictino.
La Reforma protestante interrumpió este legado, pero desde el siglo XX se ha reavivado la devoción católica. Cada 8 de julio, día de la fiesta de Santa Sunniva, la Iglesia organiza peregrinaciones con Misa en las ruinas del monasterio. «La primera vez que vine aquí fue exactamente hace 10 años, cuando aún estaba considerando ingresar al seminario», dijo el P. Ledum, quien hoy agradece la intercesión de la santa por su vocación.
Este año, por primera vez desde el cierre del monasterio en 1537, los obispos de Trondheim y Oslo se unieron en la peregrinación. El obispo Fredrik Hansen comentó: «Santa Sunniva es una de un puñado de santos noruegos medievales y un testimonio de la deuda que tenemos con los muchos hombres y mujeres santos que trajeron la luz de Cristo a nuestros antepasados vikingos».
El obispo Erik Varden, que celebró la Misa, destacó: «El lugar tiene su propio resplandor». Subrayó que peregrinar a Selja es «volver al origen del cristianismo noruego». «Vivimos en una época sin raíces», dijo, y por ello es esencial redescubrir los ejemplos de los santos como modelos de vida cristiana.
El sueño de restablecer un monasterio en la isla está cobrando forma. Ragnhild Aadland Høen, directora de comunicaciones en Oslo, trabaja desde hace una década en ello. «La iniciativa surgió de la comunidad local», explicó. En 2004, visitó Selja como luterana, y tras una oración en el pozo sagrado, recibió un mensaje interior: «Se llamará Sunniva y será grande para Dios». Al mes siguiente, supo que estaba embarazada.
Desde entonces, con el apoyo de otras familias católicas y un monasterio benedictino en Francia, se han dado pasos concretos hacia una nueva fundación. El proyecto, de carácter ecuménico, cuenta con el respaldo de luteranos, pentecostales y bautistas. «Rezamos todos los días por la conversión de Noruega y por las vocaciones», afirmó Høen.
Al describir Selja como «un lugar con tan solo un tenue velo entre el cielo y la tierra», Høen destacó: «Este es un lugar rebosante de paz y bondad. Nadie se va de Selja sin ser tocado. Nadie se va sin asombro y sin ser transformado por Dios».