(CP/InfoCatólica) La disciplina eclesiástica sigue siendo una práctica excepcional en las iglesias protestantes (*) de Estados Unidos, a pesar de que la mayoría dispone de reglamentos al respecto. Según datos de Lifeway Research, obtenidos de una encuesta a más de 1.000 pastores realizada entre agosto y septiembre de 2024, únicamente uno de cada seis líderes afirmó que su iglesia había disciplinado formalmente a un miembro en el último año.
«La poca frecuencia de la disciplina eclesiástica no se debe a que los miembros de las iglesias no pequen», explicó Scott McConnell, director ejecutivo de Lifeway Research. «Suele aplicarse cuando un miembro no se arrepiente de un pecado o ya no está cualificado para un cargo debido a su conducta».
Diferencias entre denominaciones
Más de la mitad de los pastores encuestados (54 %) reconoció que durante su ministerio no se ha producido ninguna disciplina formal, ni tiene constancia de casos anteriores. Otro 22 % señaló que la última vez ocurrió hace tres o más años, mientras que tan solo un 6 % afirmó haberla practicado en el último año, otro 6 % en los últimos seis meses y un 3 % en el último mes. Estas cifras coinciden con las de un estudio similar realizado en 2017.
La disciplina es aún menos frecuente en las denominaciones históricas. El 70 % de los pastores de estas comunidades dijo no tener constancia de ningún caso, frente al 47 % en el ámbito evangélico. Entre los metodistas: un 82 % afirmó que nunca se ha ejercido. Por el contrario, en las iglesias con más de 250 asistentes, la probabilidad de aplicar disciplina es mayor: solo un 35 % de los pastores indicó no haberla usado nunca, frente a porcentajes más altos en congregaciones pequeñas.
«Cuanta más gente hay en la iglesia, más probable es que se dé alguna conducta que requiera disciplina», apuntó McConnell. «También influyen las enseñanzas y tradiciones de cada comunidad en su disposición a aplicarla».
Políticas formales, pero poca aplicación
A pesar de la escasa aplicación, cerca del 80 % de las iglesias cuentan con políticas formales sobre disciplina. Solo un 14 % de los pastores reconoció carecer de reglamentos oficiales. La responsabilidad de aplicarlos varía: un 14 % la atribuye exclusivamente a los ancianos, un 11 % al pastor, un 10 % a toda la congregación y un 35 % a varios órganos de forma conjunta. Los pastores de denominaciones históricas (21 %) duplican a los evangélicos (12 %) en la ausencia de políticas disciplinarias, siendo los metodistas (36 %) los que más carecen de ellas.
La base bíblica de la disciplina
Los teologos protestantes consideran que la base bíblica de la disciplina eclesiástica está en textos como Mateo 18,15‑20, donde Jesús insta a confrontar el pecado de manera progresiva, y en 1 Corintios 5, donde san Pablo advierte que «un poco de levadura basta para fermentar toda la masa».
En un artículo de opinión publicado en 2022 en The Christian Post, el influencer cristiano conservador Reagan Scott lamentaba:
«Durante demasiado tiempo, las iglesias americanas han abandonado la práctica de la disciplina eclesiástica, lo que ha dado lugar a acusaciones de agresiones sexuales, codicia, herejía desde los púlpitos, normalización del divorcio y de las relaciones prematrimoniales, cobardía ante el pecado en nuestra cultura, analfabetismo bíblico y más. Pues un poco de levadura basta para fermentar toda la masa».
Arrepentimiento y restauración
Según el estudio, el objetivo de la disciplina es el arrepentimiento y la restauración. Un 83 % de los pastores afirmó que sus iglesias buscan «confrontar el pecado no confesado con amor y fidelidad bíblica», y un 51 % se mostró totalmente de acuerdo. Los pastores evangélicos (89 %) respaldan en mayor medida este enfoque frente a los de denominaciones históricas (74 %), destacando los pertenecientes al Movimiento de Restauración (94 %) y los bautistas (90 %).
«Confrontar el pecado no confesado es beneficioso tanto para la iglesia local como para el individuo», concluyó McConnell. «La mayoría de las iglesias intentan seguir las directrices bíblicas en estos casos».
(*) Las iglesias protestantes según Dominus Iesus
En el año 2000, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó la declaración Dominus Iesus, cuyo objetivo principal era reafirmar la unicidad y universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia. El documento tuvo una especial repercusión en el ámbito ecuménico, ya que abordó con precisión la naturaleza de las comunidades cristianas no católicas, incluyendo las protestantes.
¿Son “iglesias” en sentido pleno?
Según la enseñanza contenida en Dominus Iesus, la Iglesia católica reconoce la existencia de elementos de santificación y verdad fuera de sus límites visibles, pero establece una distinción esencial entre las Iglesias orientales (ortodoxas) y las comunidades eclesiales surgidas de la Reforma protestante.
El texto afirma:
«Por tanto, las Iglesias que, aunque separadas, tienen verdaderos sacramentos y sobre todo, en virtud de la sucesión apostólica, el sacerdocio y la Eucaristía, permanecen unidas a la Iglesia católica por vínculos estrechísimos. Por el contrario, las comunidades eclesiales que no han conservado el Episcopado válido y la genuina y total sustancia del misterio eucarístico, no son Iglesias en sentido propio» (Dominus Iesus, n. 17).
Así, las comunidades protestantes no son llamadas “Iglesias” en sentido estricto porque, desde la perspectiva católica:
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Carecen de sucesión apostólica válida, dado que la Reforma rompió la continuidad sacramental.
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No poseen un sacramento del orden válido, lo que implica que sus ministros no pueden consagrar válidamente la Eucaristía.
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Y por ello no mantienen la «totalidad» del misterio eucarístico que, según la doctrina católica, constituye el corazón de la Iglesia.
Por estas razones, se les denomina «comunidades eclesiales» y no «Iglesias» en sentido teológico estricto.