(Crux/InfoCatólica) El obispo Mathew Hassan Kukah, de la diócesis nigeriana de Sokoto, ha afirmado que «el sistema financiero mundial está obsoleto y fracasa para los pueblos», en especial los africanos. En una conversación con Crux, el prelado alertó de los sesgos y deficiencias que caracterizan el modelo económico global, cuya inercia, según él, condena a los países más pobres a una espiral de deuda y desigualdad.
Sus palabras llegan tras la publicación del Informe Jubilar de la Academia Pontificia de Ciencias Sociales, un estudio encargado por el difunto papa Francisco y co-presidido por el Nobel Joseph Stiglitz y el economista Martín Guzmán. El documento denuncia que el actual sistema financiero internacional está «inherentemente desequilibrado» y prioriza los intereses de los acreedores sobre el bienestar ciudadano. Entre sus propuestas destaca la suspensión de los pagos netos de deuda por parte de las economías en dificultades y la creación de un fondo climático global.
Kukah comparte ese diagnóstico y añade que «las elevadas tasas de interés para los países en desarrollo y la falta de inversiones en crisis globales como pandemias o el cambio climático ilustran un modelo injusto». A su juicio, esta dinámica ha generado «dos mundos», uno para los que poseen riqueza y acceso a un futuro seguro, y otro para los países africanos, que deben optar entre pagar sus deudas o invertir en sus ciudadanos.
El prelado lamenta que, a diferencia de las economías avanzadas que pueden imprimir dinero para reactivar su crecimiento, «las naciones en desarrollo se ven atrapadas en tipos de interés prohibitivos y restricciones estructurales». Esta situación provoca que muchos gobiernos africanos destinen más recursos al servicio de la deuda que a sectores básicos como la sanidad, con efectos que, según Kukah, «se prolongarán durante generaciones».
Los datos del Banco Mundial confirman la gravedad de la situación: la deuda externa africana pasó de 220.000 millones de dólares en 2009 a 685.000 millones en 2023. Se prevé que en 2025 el continente dedique 88.700 millones de dólares a pagar deuda externa, cifra equivalente al 24,5 % de su PIB conjunto.
Kukah denunció un acceso «profundamente desigual» a la financiación internacional y criticó que, en muchos casos, los ciudadanos europeos reciban más fondos del Fondo Monetario Internacional (FMI) que los africanos. Advirtió que, sin reformas profundas adaptadas a las realidades socioeconómicas contemporáneas, «el sistema financiero corre el riesgo de fragmentarse aún más».
El obispo subrayó la ineficacia de la actual arquitectura para la reestructuración de deuda y señaló a las agencias de calificación crediticia como responsables de agravar las dificultades, al imponer evaluaciones de riesgo que penalizan a las naciones africanas e incrementan sus costes de financiación.
La pandemia de COVID-19, la guerra en Ucrania y el endurecimiento de las condiciones financieras internacionales han agravado una crisis que ya ha llevado a países como Zambia, Mali, Mozambique y Kenia al impago de sus compromisos, con consecuencias sociales y económicas «devastadoras».
Kukah reivindicó los principios de la Declaración de Harare sobre el derecho de los ciudadanos a conocer cómo sus gobiernos gestionan la deuda y pidió decisiones inclusivas y transparentes. Criticó la orientación neoliberal de la arquitectura financiera global, centrada en el beneficio privado y la inversión extranjera, por «ignorar las necesidades internas» de las economías africanas.
Finalmente, el prelado abogó por reformas ambiciosas y advirtió de que el tiempo para actuar «se agota» si se pretende construir un sistema financiero verdaderamente sostenible y justo para el siglo XXI.