(Aica/InfoCatólica) El pasado 26 de junio, el arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió el acto inaugural de la «Ciudad de la Esperanza papa Francisco», una iniciativa solidaria ubicada en Villa Soldati. El proyecto es fruto de la colaboración entre la comunidad San Francisco de Asís, los Hogares de Cristo y el presbítero Damián Reynoso, y tiene como objetivo ofrecer un espacio de contención integral, especialmente para jóvenes y personas en situación de exclusión social.
La jornada comenzó con una procesión por las calles del barrio, en la que participaron miembros de los Hogares de Cristo. Como parte de la ceremonia, se realizó un lavatorio de pies en el que intervinieron jóvenes, gesto que evocó el llamado al servicio y la dignificación del prójimo. Posteriormente, se realizó una suelta de globos en homenaje a quienes han perdido la vida a causa de las adicciones, en un gesto simbólico de memoria y compromiso con la vida.
Durante la bendición del nuevo espacio, monseñor García Cuerva elevó una plegaria en la que expresó: «Jesús, te pedimos que bendigas la Ciudad de la Esperanza papa Francisco, que bendigas vos que conocés nuestros corazones, nuestras heridas y nuestras esperanzas». Asimismo, dedicó palabras de agradecimiento a quienes hicieron posible el proyecto: «Bendecí a todos los que trabajaron, a todos los que ayudaron para hoy concretar este sueño grande. Te pedimos también que el papa Francisco descanse en paz en el cielo y desde allá nos guíe, entusiasme y nos proteja».
En el marco de la misa celebrada durante la inauguración, el arzobispo compartió una reflexión sobre el sentido profundo del nuevo centro comunitario: «Esta Ciudad de la Esperanza quiere ser un signo de que no nos vamos a acostumbrar a ver a nuestros pibes encadenados, muertos en vida por las adicciones. Queremos desatar esas cadenas, porque no está todo perdido».
También puso en valor las propuestas que representan un camino de superación para los jóvenes: «La capilla, el colegio y el club también empiezan con C. Son propuestas que nos liberan, que nos devuelven la dignidad. Queremos que cada joven que llegue aquí crea que puede ser protagonista de su vida».
La ceremonia concluyó con un agradecimiento especial al padre Reynoso y a todos los que se comprometieron con el proyecto. El arzobispo evocó una exhortación del papa Francisco, a quien está dedicado el nuevo centro: «Gracias a la familia grande que creyó en este sueño. El papa Francisco nos decía: “¡Sueñen en grande! No se queden en vuelos rastreros ni en el chiquitaje”. Esta ciudad es un reflejo de ese sueño, una muestra de que se puede transformar el dolor en esperanza y las cadenas en libertad».