(Agencias/InfoCatólica) "Por eso", dijo el Santo Padre, "comparto la gran preocupación que causa la resistencia de orden económico y político a la lucha contra el deterioro del ambiente". En ese sentido, el Papa resaltó las "dificultades" surgidas en la cumbre sobre cambio climático de Copenhague e hizo votos para que en las próximas en Bonn y en México se adopten medidas eficaces, "ya que está en juego es el destino de algunos Estados insulares".
Benedicto XVI aseguró que si se quiere construir una paz duradera hay que proteger el medio ambiente y la vida humana desde antes del nacimiento. También afirmó que la tierra puede alimentar suficientemente a todos sus habitantes, "con tal de que el egoísmo no lleve a algunos a acaparar los bienes destinados a todos".
"La protección de la creación es un factor importante de paz y justicia. Entre los numerosos retos que esta protección plantea, uno de los más graves es el del aumento de los gastos militares, así como el del mantenimiento y desarrollo de los arsenales nucleares", denunció el Papa.
Benedicto XVI sugirió que las ingentes cantidades de dinero que se invierten en armas "podrían destinarse al desarrollo de los pueblos más pobres", abogó por un "desarme progresivo, que tienda a liberar el planeta de armas nucleares" y dijo que "deplora" que la producción y la exportación de armas contribuya a perpetuar conflictos y violencias, como en Darfur (Sudán), Somalia o en la República Democrática del Congo.
A este respecto añadió que a la espiral de violencia se añade "la impotencia" de otros países y Organizaciones internacionales para restablecer la paz, "sin contar la indiferencia casi resignada de la opinión pública mundial".
El Papa dijo que la Iglesia está "abierta" para promover un cambio de mentalidad y establecer nuevos modelos de vida, pero que para ello es necesario que se reconozca su papel público.
Benedicto XVI "lamentó" que, sin embargo, en Occidente se está difundiendo en ámbitos políticos y culturales, así como en los medios de comunicación social, "un sentimiento de escasa consideración y a veces de hostilidad, por no decir de menosprecio, hacia la religión, en particular la cristiana".
"Es evidente que si se considera el relativismo como un elemento constitutivo esencial de la democracia se corre el riesgo de concebir la laicidad sólo en términos de exclusión o, más exactamente, de rechazo de la importancia social del hecho religioso", denunció.
El Pontífice hizo estas manifestaciones ante el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, al que recibió en la tradicional audiencia de comienzo de año, en la que pronuncia el discurso de mayor calado político.