(Asia News/InfoCatólica) Latakia fue el bastión del régimen de Bashar al-Assad y donde, en las últimas semanas, se produjo un intento de revuelta contra el nuevo gobierno de Damasco. La insurrección fue reprimida en forma sangrienta por las milicias HTS (Hayat Tahrir ash Sham) y el recién nombrado presidente Ahmad al-Sharaa, lo que volvió a sumir al país árabe en los días más oscuros del conflicto.
Entrevistado por el sitio terrasanta.net, el párroco cuenta que en la zona donde vive la minoría alauita (entre Latakia y Tartus), que fue el feudo de la familia Assad, desde hace un mes la gente «vive con miedo. Continúan los secuestros y las desapariciones de personas, y sus familias no vuelven a tener noticias de ellas». Esta realidad contrasta con la narrativa oficial de un gobierno que está trabajando para el renacimiento del país y para la inclusión de todos sus componentes, entre los que se encuentran las minorías kurda y drusa. Los nuevos dirigentes, miembros del grupo HTS que estuvo relacionado con los movimientos extremistas islámicos y la galaxia yihadista, todavía están lejos de garantizar la paz y la democracia en Siria.
El Hno. Fadi es franciscano de origen jordano y desde hace cinco años, junto con otro miembro de su orden, Graziano Buonadonna, está a cargo de la atención pastoral de los fieles de la ciudad costera, la cuarta del país por sus dimensiones. Antes de la guerra civil eran cerca del 13% de la población siria, pero hoy la asociación - más o menos cierta - con la familia Assad ha llevado a una estrecha identificación de los alauitas con el antiguo régimen. «Muchos feligreses —cuenta el religioso— quieren irse. En vez de pedirnos ayuda para recibir los paquetes de alimentos o medicamentos que distribuimos, o para pagar el alquiler, [piden ayuda] para obtener la visa y escapar. Incluso algunos alauitas se han presentado diciendo que estaban dispuestos a convertirse al cristianismo con tal de que los ayudaran a dejar Siria».
Uno de los primeros blancos de la represión fueron los alauitas que trabajaban en el sector público, con despidos generalizados y la imposición del velo a las mujeres. En represalia por la revuelta, que durante algunos días hizo tambalear el poder de los nuevos líderes sirios, «han asesinado a los habitantes de aldeas y barrios enteros de la ciudad de Latakia» recuerda el párroco. «En Baniyas —prosigue— atacaron también a los cristianos, robaron sus autos y en las casas, pero no los mataron. En otros casos sí asesinaron cristianos: mataron a Fadi y Antoine Butros, padre e hijo, que se encontraban en Qardaha aunque no eran originarios de allí. Y también a un muchacho de 27 años, Tony Khoury, y al padre de un estudiante de Baniyas, que fueron a su casa porque les estaban robando el auto. Lo mismo ocurrió con el padre del P. Gregorio, un sacerdote ortodoxo. Otro joven cristiano fue arrestado en un puesto de control porque se había alistado en el ejército del ex régimen, y desapareció».
Miedo, falta de agua y electricidad, el temor a las bandas y grupos armados yihadistas, muchos de ellos extranjeros. La situación todavía está lejos de haber sido pacificada y hay muchos problemas sin resolver. Muchos combatientes, señala, proceden «de la zona de Idlib [feudo de los opositores y base del levantamiento contra Assad en noviembre pasado, ndr]. Esos están controlados por los servicios secretos turcos. No existe un verdadero control del nuevo gobierno de Damasco». Por último el sacerdote hace un llamado a la «paciencia» y a evitar emprender «rutas peligrosas», como los que quieren ir al Líbano o a Turquía y desde allí embarcarse para llegar a Grecia. La frontera con Turquía —concluye— sigue estando cerrada para los sirios, y solo pueden pasar legalmente los que han adquirido la ciudadanía turca o tienen un permiso de residencia en Turquía.
En el frente político, mientras tanto, en estas horas se están desarrollando conversaciones entre Turquía e Israel para evitar un enfrentamiento militar entre los dos países en suelo sirio, donde están en juego intereses y objetivos opuestos que podrían provocar un choque sobre el terreno. Ankara y Tel Aviv han iniciado «conversaciones técnicas» para establecer un mecanismo de desescalada en Siria, comunicó ayer una fuente del Estado judío. Según informa Channel 12 news, que retoma la misma fuente, «se establecerá un mecanismo similar al que existe entre Israel y Rusia». En una reunión de gabinete el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu comunicó a los ministros que no estaba buscando un enfrentamiento con Turquía en Siria, pero que no dudaría en «actuar si es necesario» para defenderse. Previamente el ministro turco de Relaciones Exteriores Hakan Fidan había anticipado a la CNN que las conversaciones entre los dos países sobre ese tema se llevarán a cabo «cuando sea necesario», sobre todo vista la intensificación de los bombardeos del Estado judío en Siria. Por último, el jefe de la diplomacia de Ankara dejó en claro que las conversaciones tienen como único objetivo la desescalada en Siria y no apuntan a la normalización de las relaciones, y que Israel sigue siendo «la principal amenaza para la seguridad regional».