(NCRegister/InfoCatólica) Cada domingo en la parroquia de St. Anne, en Richmond Hill (Georgia), la familia Hilleary —Michelle y Brian con sus cinco hijos— recibe la Comunión de rodillas en el comulgatorio recientemente instalado.
«Crea un espacio más sagrado. Y dirige tu atención hacia lo sagrado», afirma Michelle Hilleary. Su hija Malia, de 15 años, añade: «Distingue el santuario del resto».
Cuando se construyó St. Anne en 2016, no contaba con comulgatorio. Sin embargo, desde julio de 2024, un comulgatorio de madera de secuoya rodea el santuario, transformando el modo en que los feligreses se acercan al sacramento.
El padre Dawid Kwiatkowski, párroco desde 2022, asegura que el cambio fue bien acogido. «Más gente venía buscando una recepción más reverente de la Eucaristía», recuerda. Comenzó colocando un reclinatorio, al que pronto se añadió otro. Una familia ofreció 50.000 dólares si se conseguía el resto del coste del comulgatorio. «En una semana encontré al resto de los patrocinadores», relata. La instalación, que costó en total 90.000 dólares, se adaptó a las diversas formas de recepción: de pie o de rodillas, en la boca o en la mano.
También se cuidó el aspecto estético. «Queríamos que pareciera que siempre había estado ahí», explicó el sacerdote. Durante semanas, fue enseñando a los fieles cómo utilizar el comulgatorio y publicó las explicaciones en la web parroquial. Actualmente, según afirma, alrededor del 90 % de los feligreses comulga de rodillas, incluso si lo hace en la mano.
Para los Hilleary, el comulgatorio aporta profundidad espiritual. «Te da tiempo para contemplar a Quién estás recibiendo», dice Michelle. Su marido, Brian, destaca que el templo se ha vuelto «aún más reverente y hermoso». Sus hijos, que sirven en el altar, también lo valoran. Seamus, de 17 años, subraya el orden y reverencia que aporta, mientras que Christian, de 12, afirma que «ahora más gente se arrodilla». Incluso el pequeño Kolbe, de 6 años, sentencia: «Me gusta cómo está ahora».
En Springfield (Virginia), la parroquia de St. Raymond of Penafort, construida en 2006 sin comulgatorios, vivió un proceso similar. El padre John De Celles fue introduciendo cambios desde 2010 para fomentar la reverencia. Primero usó un comulgatorio móvil en las misas en forma extraordinaria, que después extendió al resto. En 2020, instalaron comulgatorios de mármol permanente, hechos en Italia, con piedra del mismo tipo que el altar de la iglesia.
El padre De Celles estima que entre el 80 y 90 % de los feligreses comulga de rodillas. «El cuerpo expresa la adoración del alma, y esta postura corporal también transforma nuestra comprensión interior de la Eucaristía», reflexiona. Cita al cardenal Robert Sarah: «La grandeza del hombre consiste en arrodillarse ante Dios. Jesús mismo oró de rodillas ante el Padre».
Los frutos espirituales no se han hecho esperar. «He visto un crecimiento espiritual en mi comunidad, no solo en la reverencia, sino en su comprensión del misterio eucarístico», explica. La feligresa Renée LeBoeuf comenta que antes no conocía el valor del comulgatorio: «Es un momento sagrado entre tú y Jesús. Profundiza mi amor y comprensión del Señor en la Eucaristía».
La restauración de los comulgatorios también ha llegado al Santuario Nacional de la Divina Misericordia, en Stockbridge (Massachusetts). Allí, el padre Matthew Tomeny, rector desde hace poco, promovió su reinstalación con la aprobación unánime del consejo provincial de los marianistas. Se bendijeron el 15 de febrero, en la fiesta del beato Michał Sopoćko, en plena celebración del Año Jubilar de la Esperanza.
Se cuidó su diseño para que armonizara con la arquitectura del santuario. Las columnas de mármol blanco y marrón replican las originales de las capillas laterales, y los arcos reflejan los del altar y las vidrieras. «Simbolizan el umbral entre el cielo —el santuario— y la tierra —la nave donde se reúnen los fieles», dice el padre Tomeny.
Y recuerda: «Ningún documento de la Iglesia, ni siquiera los del Concilio Vaticano II, ordenó eliminar los comulgatorios». La instrucción Redemptionis Sacramentum (n.º 91) reafirma el derecho de los fieles a comulgar de pie o de rodillas.
La restauración de los comulgatorios no solo incrementa la reverencia, sino que aporta paz, orden y eficiencia en la distribución. En algunas parroquias ya no se necesitan ministros extraordinarios. También fuera de la misa, los fieles se acercan al comulgatorio para rezar ante el Santísimo o las imágenes del santuario.