(InfoCatólica) El reciente estreno de la nueva versión en imagen real de «Blancanieves», producida por Disney, ha suscitado una variada gama de reacciones en medios cristianos estadounidenses, tanto protestantes como católicos. La película, a la que el público ha dado totalmente la espalda, ha sido analizada desde diferentes perspectivas dentro del mundo de la fe, centradas en cuestiones como los valores morales transmitidos, el papel de la protagonista, la fidelidad al cuento original y el tratamiento de temas espirituales.
Desde el portal Plugged In, vinculado a la organización cristiana Focus on the Family, se destaca que la Blancanieves interpretada por Rachel Zegler encarna virtudes como la valentía, la justicia y la veracidad. Según esta reseña, la protagonista ha sido educada por sus padres para ser una líder compasiva y fuerte, capaz de unir a su pueblo frente a la opresión. A pesar de las reacciones negativas previas al estreno, Plugged In valora positivamente el mensaje de empoderamiento (sic) con el que se ha construido el personaje.
En cambio, otros medios cristianos han mostrado reservas. The Christian Post recoge la preocupación de distintos sectores por el alejamiento de la historia clásica, especialmente en lo relativo a la pérdida de sus posibles referencias al mensaje bíblico. Las declaraciones de Zegler antes del estreno, en las que afirmaba que la nueva Blancanieves no buscaría el amor romántico sino centrarse en su liderazgo personal, ha provocado un natural rechazo por la falta de fidelidad al espíritu del cuento original.
Desde una óptica crítica, el medio TruPlay sostiene que los cambios introducidos en la historia responden a una agenda ideológica que podría entrar en conflicto con los valores familiares promovidos por el cristianismo. Esta plataforma anima a los padres a dialogar con sus hijos sobre el contenido de la película, fomentando una reflexión desde los principios cristianos sobre los mensajes que transmite el cine actual.
En lo que respecta al ámbito católico, también se han expresado posturas diversas. El portal Word on Fire considera que la nueva versión ha eliminado los símbolos cristianos que impregnaban el cuento tradicional, sustituyendo el conflicto moral entre el bien y el mal por una narrativa centrada en el autodescubrimiento. Según esta interpretación, el componente espiritual se diluye en favor de un enfoque individualista.
Por su parte, Catholic World Report ofrece una valoración más matizada. Aunque señala que la película presenta modificaciones respecto a la versión animada de 1937 -como la recreación digital de los siete enanitos y la eliminación de canciones icónicas-, destaca la fidelidad a ciertos elementos visuales del original y el trabajo interpretativo de Zegler.
Finalmente, Movieguide, otro portal de inspiración cristiana, afirma que la película resulta ser «más cristiana que ideológica». Según esta publicación, el filme transmite una cosmovisión moral coherente, con referencias a valores como el amor verdadero, la honestidad y la valentía, y considera que no cae en los excesos de la llamada cultura «woke».
Fracaso en taquilla y polémica política
La nueva versión en imagen real de «Blancanieves» está registrando cifras muy por debajo de las expectativas en taquilla, a pesar de haber contado con un presupuesto que supera los 270 millones de dólares. Según los datos disponibles, la película ha tenido una acogida fría por parte del público, con muy bajos niveles de preventa de entradas y puntuaciones mínimas en plataformas como IMDb, donde más del 90 % de los usuarios la han calificado con la nota más baja. Disney ha optado por reducir la campaña promocional, lo que refuerza la percepción de que el filme se enfrenta a un notable fracaso comercial.
La película también se ha visto envuelta en una intensa polémica política debido a las declaraciones públicas de su protagonista, Rachel Zegler. La actriz expresó en redes sociales su apoyo a Palestina y, en otro momento, lanzó críticas directas al expresidente Donald Trump, lo que provocó reacciones adversas por parte de sectores conservadores y figuras vinculadas a la industria. Estas manifestaciones generaron tensiones internas en Disney, hasta el punto de que uno de los productores del filme viajó a Nueva York para reprenderla personalmente.