(Agencias/InfoCatólica) Monseñor García Burillo afirmó que «es una tarea a la que los adultos no podemos renunciar, pues también la sociedad con sus instituciones civiles y la misma Iglesia son urgidas a educar responsablemente a las nuevas generaciones desde la verdad y el respeto». Aseguró que ve «con honda preocupación, a una dejación de la labor educativa por parte de muchos padres que delegan totalmente esta función a la escuela o a la parroquia, sin tener en cuenta que la labor educativa no es completa si falta la referencia fundamental de los padres».
A juicio del obispo de Ávila, la sociedad se encuentra «envuelta en una espiral consumista donde nos creamos continuas necesidades, y creamos al niño necesidades que no son tales y que es necesario purificar». En este sentido, ha manifestado la necesidad de «educarnos y educar en la sobriedad, particularmente en estos tiempos de crisis, en los que hay que relativizar las cosas materiales que en el fondo no dan la felicidad, y que en muchos casos encubren una gran insatisfacción personal y una forma anodina de vivir».
Estas «dificultades», según el obispo abulense, «nos llevan a recordar que los padres cristianos tienen un papel insustituible en la educación de sus hijos, especialmente en lo referente a la educación en la fe y en la necesidad de sentar las bases para construir una persona madura que se convierta en testigo de Jesucristo en medio del mundo».
El prelado ha invitado a todos los abulenses a unirse en su oración por «tantos niños que en el mundo siguen siendo víctimas de los “Herodes” de nuestros tiempos, de quienes son víctimas de abusos, de los que son obligados a empuñar las armas, de quienes son explotados en trabajos ignominiosos, de tantos niños y niñas que padecen una situación de pobreza extrema, y de cuantos sufren cualquier situación injusta». «Particularmente debemos orar por los niños que mueren violentamente en el seno de su madre antes de ver la luz», ha afirmado el obispo.
Cristo, Salvador de los pueblos
Monseñor García Burillo explica en su carta que «el reconocimiento de Cristo como Salvador de todos los pueblos, representados en los magos, nos invita a comprender nuestra vida como un largo peregrinaje en el que, guiados por la estrella de la fe y provistos con las alforjas de la esperanza y de la caridad, vamos hacia su encuentro con el anhelo de contemplar su rostro, como los magos».
Si realmente caminamos con decisión, con alegría y con el deseo de encontrar la verdad de nuestra vida y la salvación de Dios", asegura el obispo, «nos encontraremos con Jesucristo, el gran regalo de Dios a los hombres, entonces nuestro corazón “se asombrará y se ensanchará” (Is 60,5)».