(Agencias/InfoCatólica) Con motivo de la celebración del Xacobeo 2010, y desde la plaza de San Pedro del Vaticano, Benedicto animó a todos los presentes a acudir a «los extremos confines de Europa continental», con el objetivo de «renacer a la esperanza, a una nueva vida, un mundo nuevo, lleno de paz y concordia», recalcó. Estas fueron sus palabras:
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana. El Evangelio de hoy nos recuerda el grandioso acontecimiento del misterio de la Navidad: la Palabra de Dios se hizo carne y acampó entre nosotros, para que podamos contemplar su gloria y ser hijos de Dios, si creemos en su nombre. En ese nombre se ha abierto hace pocos días en Santiago de Compostela la puerta del Año Santo, puerta por la que pasan desde hace muchos siglos multitud de peregrinos en busca de la luz de la fe y la gracia del perdón, tras contemplar el majestuoso «Pórtico de la Gloria» del templo que guarda una particular memoria del Apóstol Santiago el Mayor, en los extremos confines de Europa continental. Invito a todos a dejarse iluminar por Cristo, luz del mundo, y renacer así a la esperanza, a una nueva vida y a un mundo nuevo, lleno de paz y concordia
Esperanza, gracia y libertad
El Papa comenzó ayer su alocución previa al rezo mariano del Ángelus ante los miles de fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro refiriéndose a la esperanza cristiana: «Problemas no faltan ni en la Iglesia ni en el mundo, así como en la vida cotidiana de las familias» Pero –ha continuado el Santo Padre–, gracias a Dios, nuestra esperanza no tiene en cuenta sus improbables pronósticos ni tampoco, siendo importantes, las previsiones económicas». En efecto, ha proseguido, «nuestra esperanza está en Dios, no en el sentido de una genérica religiosidad, o de un fatalismo encubierto de fe», porque «confiamos en el Dios que en Jesucristo ha revelado de manera completa y definitiva su voluntad de estar con el hombre, de compartir su historia, para guiarnos a todos a su Reino de amor y de vida», y esa verdad es «la gran esperanza que anima y a veces corrige nuestras esperanzas humanas».
A continuación, el Papa ha recordado la relación entre la gracia de Dios y la libertad del hombre: «El designio divino no se cumple automáticamente, porque es un proyecto de amor, y el amor genera libertad y pide libertad». Así, ha proseguido, «el Reino de Dios viene ciertamente, es más, ya está presente en la historia y gracias a la venida de Cristo, ha vencido ya la fuerza negativa del Maligno», y sin embargo «cada hombre y mujer es responsable de acogerlo en la propia vida, día a día». «Por esto –recordó Benedicto XVI–, también el 2010 será más o menos “bueno” en la medida en la que cada uno, según la propia responsabilidad, colabore con la gracia de Dios».
El Santo Padre pidió a todos los fieles que se dirijan a la Virgen María, para aprender de Ella este planteamiento espiritual: «El Hijo de Dios ha tomado carne de Ella con su consentimiento». Por lo que «cada vez que el Señor quiera dar un paso hacia adelante, con nosotros, hacia la “tierra prometida”, llama primero a nuestro corazón, espera, por decirlo de alguna forma, nuestro “sí”, en las cosas pequeñas y en las grandes opciones», añadió el Papa. «¡Que María nos ayude a acoger siempre la voluntad de Dios, con humildad y valentía, para que también las pruebas y los sufrimientos de la vida cooperen a acelerar la venida de su Reino de justicia y de paz!», concluyó.