(BCCatholic/InfoCatólica) En 1985, Gregory Accili no imaginaba que su destino estaría ligado a la enseñanza en un colegio católico. Su falta de religiosidad en aquel entonces y la complicada situación del mercado laboral hacían que esta opción no estuviera en sus planes. Sin embargo, una inesperada vacante en Vancouver College cambió su rumbo profesional y espiritual. Cuatro décadas después, sigue al frente de su vocación docente.
Accili fue uno de los homenajeados en dos ceremonias de reconocimiento celebradas recientemente en el Newlands Golf Course de Langley y en el Italian Cultural Centre de Vancouver. En total, 29 educadores recibieron galardones por 25 años de servicio y siete, incluido Accili, fueron distinguidos por sus 40 años de trayectoria. El evento se enmarcó dentro de las Jornadas de Aprendizaje para Educadores Católicos, organizadas este año en sustitución del tradicional Congreso de Educadores Católicos, que no pudo celebrarse en el Vancouver Convention Centre debido a la celebración de los Juegos Invictus.
El arzobispo J. Michael Miller estuvo presente en ambas ceremonias para entregar los reconocimientos a los docentes.
Un reencuentro con la fe
Para Accili, su llegada a Vancouver College marcó no solo el inicio de su carrera docente, sino también su regreso a la fe. «Honestamente, trabajar en una escuela católica me hizo volver a mi religión», declaró a The B.C. Catholic tras recibir su certificado. En este entorno también conoció a su esposa, Cynthia, quien enseña en el mismo colegio. Juntos han construido una familia en la comunidad educativa y participan activamente en diversos ministerios y actividades deportivas.
Una vocación que se mantiene firme
Tras 40 años en las aulas, Accili sigue convencido de que la enseñanza es mucho más que un empleo: es un llamado. «Es la energía y el entusiasmo de los chicos lo que me ha mantenido aquí», afirmó. «Su vitalidad es legendaria y la relación con ellos ha sido muy gratificante».
A lo largo de estas cuatro décadas, ha sido testigo de numerosos cambios en la educación. Mientras que la irrupción de los teléfonos móviles ha supuesto un desafío constante para la concentración de los alumnos, otros cambios han sido más sutiles. «Antes todo era más sencillo», reflexiona. «Ahora hay una gran presión sobre los estudiantes: se preocupan demasiado por sus calificaciones, por qué universidad elegir y por no decepcionar a sus padres. Nosotros tratamos de aliviar esa carga».
Su consejo para los alumnos es simple: «No compliques demasiado la vida. Escucha a Dios, porque siempre nos está hablando. Si no le oyes, tienes que esforzarte más».
Ser docente católico en 2025
Accili considera que hoy existen muchas razones para seguir enseñando en una escuela católica. Más allá de la mejora en los salarios y beneficios, destaca el impacto que estos centros tienen en la formación espiritual de los jóvenes. «Nos brindan la oportunidad de no solo vivir la fe, sino también de enseñarla a otros», subraya.
Para él, la misión de un profesor católico es clara: «Transmitir los valores del Evangelio es lo más importante que hacemos. Creo que el mundo necesita más de ello».