(RevistaEcclesia/InfoCatólica) El padre Yvel Germain, director de Cáritas Haití, visitó España para alertar sobre la grave crisis que enfrenta su país, marcado por la violencia y la falta de recursos básicos. Mientras la comunidad internacional presta atención a declaraciones polémicas, como las de Donald Trump sobre los haitianos en Ohio, la realidad es que cientos de miles de personas han sido desplazadas por la inseguridad y el hambre. «En nuestro país tenemos montones de niños que viven en la calle y no están en el foco de nadie», lamenta Germain.
Haití, considerado el país más pobre y desigual de América, atraviesa un colapso total. La violencia de bandas armadas mantiene a gran parte de la población atrapada, mientras que la falta de elecciones desde hace casi una década ha dejado un vacío de poder que agrava aún más la crisis. Con infraestructuras colapsadas y la inseguridad en aumento, el acceso a alimentos, agua y atención médica es cada vez más difícil. «Solo la Iglesia permanece en Haití: está presente donde no llega nadie más», señala el sacerdote.
Cáritas: un pilar de ayuda en medio del caos
Ante esta situación, Cáritas Haití sigue operando a través de su red parroquial, proporcionando asistencia humanitaria a quienes más lo necesitan. En mayo de 2024, Cáritas Española lanzó una campaña de emergencia, destinando 100.000 euros para ayudar a desplazados en regiones como Hinche y Fort Liberté. Más de un millón de personas han abandonado sus hogares, y la Iglesia se ha convertido en su principal refugio.
Los proyectos que lidera Germain incluyen la distribución de alimentos y medicinas, además de iniciativas económicas como las «mutuas solidarias», un sistema basado en microcréditos y aportes comunitarios. «Aunque no todos tenemos mucho, si cada uno aporta lo que puede, podemos crear una cadena de solidaridad», explica el sacerdote.
Más que ayuda material: reconstrucción de la dignidad
Además de asistencia material, Cáritas Haití ofrece apoyo espiritual y social. «No solo ayudamos a los hombres a sobrevivir, también les ayudamos a recuperar su dignidad», enfatiza Germain. Las parroquias se han convertido en refugios donde los haitianos encuentran consuelo y orientación en medio de la desesperanza.
Otro eje clave de su labor es la mediación para la paz. En un país fragmentado por la violencia, la Iglesia trabaja para promover el diálogo y aliviar las tensiones. «La Iglesia sigue siendo una voz de esperanza y un instrumento de diálogo», afirma el director de Cáritas Haití.
Llamado urgente a la comunidad internacional
A pesar de los esfuerzos locales, la situación en Haití requiere atención global. Con más de cinco millones de personas en inseguridad alimentaria y un sistema de salud colapsado, la comunidad internacional no puede seguir ignorando la crisis. «Nuestro país está en una situación de olvido», advierte Germain.
Durante su visita a España, el sacerdote busca sensibilizar a la comunidad internacional y movilizar recursos para evitar que Haití siga sumido en el abandono. Como señala, sin un compromiso real por parte del mundo, el país seguirá atrapado en un ciclo de sufrimiento. Sin embargo, concluye con una nota de resiliencia: «Si nadie nos ayuda, encontraremos la manera. Ese es el camino para Haití».