(CP/InfoCatólica) En un discurso sorprendentemente claro pronunciado durante la conferencia de la Alianza para la Ciudadanía Responsable, celebrada en Londres, la líder del Partido Conservador británico, Kemi Badenoch, denunció la influencia del progresismo en las sociedades occidentales y aseguró que este representa una amenaza para la estabilidad y los valores tradicionales.
Siguiendo las líneas marcadas por JD Vance, vicepresidente de los EE.UU, en su reciente discurso en Munich (Alemania), Badenoch destacó la importancia de mantener la confianza en los «valores liberales clásicos», aunque admitió que muchas personas han dejado de defenderlos por temor a desafíos legales. En este contexto, citó el caso de Katharine Birbalsingh, fundadora y directora del colegio Michaela Community School, quien implementó medidas para frenar el acoso escolar basado en la religión y prohibió la realización de rezos en el patio de la escuela con el fin de preservar un entorno secular.
«La respuesta fue un intento orquestado de destruir su reputación y su colegio», afirmó Badenoch. Explicó que Birbalsingh enfrentó una demanda de los padres de un alumno y una cobertura mediática que la acusó de islamofobia. Sin embargo, la directora llevó su caso hasta el Tribunal Superior y ganó.
En su intervención, la política conservadora también criticó el dominio de políticas de izquierda en el Reino Unido, afirmando que bajo el gobierno del laborista Keir Starmer, el país se ha convertido en «el más izquierdista de Europa».
Alaba el proyecto de Musk
Badenoch argumentó que el exceso de regulaciones desalienta a empresarios e inversores, abogando por la reducción del gasto público y de las ayudas estatales para revitalizar la economía. Mencionó como referencia el proyecto DOGE de Elon Musk, orientado a reducir en un tercio el presupuesto federal estadounidense, y sugirió aplicar una estrategia similar en el Reino Unido para eliminar «muchas tonterías» en el sector público.
Inmigración
En cuanto a inmigración, denunció que las lagunas legales permiten que delincuentes extranjeros eviten la deportación. Como ejemplo, citó el caso de un ciudadano albanés que logró permanecer en el país alegando que su hijo tenía aversión a los nuggets de pollo de otro país. Para Badenoch, hija de padres nigerianos, esta situación demuestra cómo la Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH) ha sido «instrumentalizada» para bloquear expulsiones.
Según sus datos, los recursos de inmigración basados en derechos humanos han alcanzado los 34.169 casos, lo que, en su opinión, dificulta las iniciativas gubernamentales para acelerar las deportaciones. También mencionó el caso de un delincuente paquistaní que evitó la expulsión argumentando el impacto negativo que esta tendría en sus hijos.
Santuario de delincuentes
Badenoch insistió en que el Reino Unido sigue siendo una sociedad tolerante, pero subrayó la frustración pública ante la percepción de que el país se ha convertido en un refugio para criminales extranjeros. «La gente está indignada ante la idea de que el Reino Unido se ha vuelto un santuario para delincuentes», afirmó, vinculando la situación con una «crisis de confianza» en las estructuras liberales occidentales.
Denunció que se está dando una «interpretación laxa» en relación con la inmigración y los derechos humanos, se refiere a que ciertas disposiciones legales, en especial las de la Convención Europea de Derechos Humanos (CEDH), que están siendo aplicadas de una manera demasiado flexible o expansiva, lo que, en su opinión, permite que inmigrantes y criminales extranjeros eviten la deportación.
Según su argumento, en lugar de aplicarse estrictamente para proteger a quienes realmente necesitan asilo o refugio, estas normas se estarían usando de manera exagerada o creativa para permitir que personas sin una base legítima para quedarse en el país permanezcan en el Reino Unido. Mencionó casos como el de un delincuente albanés que evitó ser deportado argumentando que su hijo tenía aversión a los nuggets de pollo extranjeros. Y el de un criminal paquistaní que logró quedarse en el país alegando que su expulsión causaría dificultades a sus hijos.
Badenoch sugiere que estas justificaciones se apoyan en una interpretación demasiado amplia y permisiva de los derechos familiares, lo que, a su juicio, obstaculiza la aplicación de la ley y dificulta la expulsión de individuos que deberían ser deportados.
En este contexto, defiende una reforma legislativa para evitar el «abuso» de estos derechos y endurecer los criterios que permiten a los inmigrantes o criminales extranjeros evitar la expulsión del Reino Unido.
Sin embargo, aclaró que la CEDH no es el problema en sí, ya que funcionó eficazmente durante décadas. Según Badenoch, el verdadero desafío proviene de individuos e instituciones que, por miedo al conflicto, permiten interpretaciones laxas de la ley de derechos humanos.
Para concluir, la líder conservadora sostuvo que la sociedad occidental está «en crisis» y que las ideas progresistas han desalentado a los británicos a defender sus intereses nacionales.