(Vatican.news/InfoCatólica) Los cuerpos hallados en los últimos días en dos fosas comunes en Libia hablan del horror que viven los migrantes en el país. Diecinueve cádaveres fueron descubiertos en Jakharrah, a unos 400 kilómetros al sur de Bengasi, mientras que otros treinta, aunque la cifra podría ascender a setenta, aparecieron en el desierto de al-Kufra, en el sureste del territorio libio. Las víctimas mostraban heridas de bala, lo que refuerza las sospechas de ejecuciones extrajudiciales.
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha expresado su «conmoción y preocupación» por el hallazgo, recordando que no es la primera vez que se descubren cuerpos de migrantes desaparecidos en Libia. Muchas de estas personas fueron víctimas de las redes de tráfico de seres humanos mientras intentaban escapar de la pobreza y la persecución en busca de una vida mejor.
Se han cerrado las rutas seguras
El padre Mattia Ferrari, capellán de la ONG Mediterranea Saving Humans, ha denunciado que estas fosas comunes son «una confirmación más de la situación inhumana en Libia». Según el sacerdote, «en Libia se producen lo que el Papa llama 'lagers' y lo que la ONU describe como 'horrores'. Esto es otra muestra de atrocidades totalmente inaceptables que hieren nuestra conciencia humana y cristiana».
Ferrari ha subrayado que Libia no es solo un país de tránsito, sino una trampa mortal para los migrantes debido al cierre de rutas seguras y a los rechazos sistemáticos financiados por Italia y la Unión Europea. Según cifras oficiales, desde diciembre de 2023, solo 592 personas han logrado entrar en Italia por vías regulares, a pesar de los acuerdos firmados con ACNUR, Arci y la Comunidad de San Egidio.
Violaciones sistemáticas de derechos humanos
Numerosos informes de organizaciones internacionales han documentado las violaciones a los derechos humanos sufridas por los migrantes en Libia. Se registran casos de trabajos forzados, secuestros, extorsiones y reclutamiento forzoso en milicias. Además, los migrantes que intentan cruzar el Mediterráneo en embarcaciones precarias enfrentan un destino incierto. Para aquellos que son devueltos a Libia, el panorama es desolador: centros de detención donde la tortura, las violaciones, la falta de alimentos y de atención médica son constantes.
«Un sistema de violencia incalificable»
El padre Ferrari conoce de primera mano la realidad de los migrantes, a quienes asiste tanto en el Mar Jonio, barco de rescate de Mediterranea Saving Humans, como en tierra firme, a través de la organización Refugiados en Libia. «Estas personas denuncian una violencia y un sufrimiento inimaginables. Cada migrante tiene una historia, un rostro, una esperanza que es traicionada por un sistema de violencia incalificable», denuncia.
Según Ferrari, la sociedad civil debe tomar acción inmediata: «Debemos abrir el corazón porque estas personas nos elevan un grito de fraternidad. Si nos unimos, podemos construir un nuevo sistema basado en la solidaridad y el respeto a la dignidad humana».
Un sistema mafioso de tráfico de personas
Las amenazas que ha recibido Ferrari y su situación de protección bajo escolta reflejan la gravedad de la situación. «Denunciar el sistema mafioso libio, donde los dirigentes se benefician del tráfico de seres humanos y de las devoluciones de migrantes, me ha puesto en peligro», señala.
El capellán de Mediterranea Saving Humans hace un llamamiento a las instituciones, a la política y a la sociedad para «tomar de la mano a los migrantes, escucharlos y caminar juntos». Ferrari destaca que su ministerio se basa en un compromiso radical con los derechos humanos y que encuentra en los activistas que le acompañan «el amor de Jesús y la pasión del Buen Samaritano».
Mientras continúa la tragedia de los migrantes en Libia, las voces de denuncia siguen resonando con la esperanza de que la comunidad internacional actúe antes de que más personas sean víctimas de un sistema que se lucra con el sufrimiento humano.