(ACN/InfoCatólica) «Deberíamos dar las gracias a las congregaciones femeninas, pues han padecido muchas dificultades por servir a la Iglesia en África», ha señalado Mons. Mupandasekwa. «Son ellas las que están sobre el terreno, las que sirven a los pobres, a las viudas y a los huérfanos, pero a menudo gozan de muy poco reconocimiento».
«Imparten la catequesis a niños, jóvenes y adultos», continúa el obispo, «pero lo que dice la gente cuando habla de la Iglesia es: “El padre está haciendo aquí un buen trabajo, lo organiza todo muy bien”. Puede que el sacerdote sea bueno organizando, pero ¿quién implementa todas esas cosas? ¿Quién hace que funcione? Las mujeres de las congregaciones, y a cambio de muy poca gratitud. Tradicionalmente, no hemos sabido expresarles nuestra gratitud», reconoce.
Darles el apoyo necesario
El obispo lamenta el hecho de que, en muchos casos, las religiosas no reciban retribución ni apoyo por su labor pastoral, lo que puede tener consecuencias negativas para las diócesis: «La mayoría no cobra un salario, pero tienen facturas que pagar. Hay alimentos y medicinas que comprar y en ocasiones necesitan atención médica», cuenta Mons. Mupandasekwa. «La Iglesia ha tardado en reconocer su contribución y apoyarlas económicamente, hasta el punto de que un buen número se ha desanimado y ahora están más interesadas en su trabajo como maestras o enfermeras. De esta forma pueden recibir un salario del Gobierno y abandonan la labor pastoral porque consideran que no reciben el apoyo necesario».
Las hermanas son los obispos
Mons. Mupandasekwa comparte una experiencia personal que tuvo cuando visitó una parroquia en la frontera con Zambia y Mozambique: «Es la parte más remota de nuestra diócesis, con una comunidad muy pobre. Ni siquiera podían costearnos el alojamiento. Tuvimos que llevar pequeñas tiendas de campaña para vivir y celebrar las fiestas de Pascua», recuerda. El obispo observó con asombro cómo las religiosas establecían rápidamente una estrecha conexión con los feligreses. «Pensé para mis adentros: ¿Quién es aquí el obispo? ¡Las hermanas son los obispos!», recuerda con una sonrisa. «¡Conocen a la gente mejor que nosotros! ¡La cantidad de tiempo que dedican a conocer bien a la gente es asombrosa! ¡Son realmente los soldados rasos de la Iglesia!».
Afortunadamente, asegura, las cosas están empezando a cambiar y ahora en algunas diócesis los obispos se ocupan de que las religiosas reciban un mayor reconocimiento por parte de las autoridades eclesiásticas. Según Mons. Mupandasekwa, esto forma parte de la respuesta al llamamiento del papa Francisco a una Iglesia más sinodal: «Recemos por ser más sinodales, más cercanos, más atentos a las necesidades de las religiosas mayores y las más jóvenes. Queremos transformar la Iglesia en una verdadera familia de Dios, donde se respete la dignidad de cada persona», concluye.
ACN apoya actualmente decenas de proyectos en Zimbabue, que incluyen la financiación de la formación y del sustento de las religiosas de la diócesis de Chinhoyi, la construcción de un convento en la diócesis de Masvingo y la renovación de un noviciado en la diócesis de Gweru.