Fe, familia y fútbol: el legado católico de la leyenda del fútbol Tommy Burns

La fe inquebrantable de Tommy Burns, más allá del fútbol

Fe, familia y fútbol: el legado católico de la leyenda del fútbol Tommy Burns

Más allá de los goles y trofeos, Tommy Burns destacó por su vida de oración y servicio. Desde su niñez en Glasgow hasta su lucha final contra el cáncer, su vida fue un testimonio de fe en Cristo. ¿Podría ser recordado no solo como un gran jugador, sino como un hombre santo?

(NCRegister/InfoCatólica) Glasgow, Escocia, es una ciudad famosa por muchas cosas, pero también es infame por un sectarismo que ha marcado su historia durante muchas décadas. En ningún lugar es esto más evidente que en la división futbolística de la ciudad: aquellos de origen protestante tradicionalmente apoyan al Rangers, mientras que los católicos se alinean con sus amargos rivales, el Celtic. Sin embargo, de esta intensa rivalidad futbolística ha surgido algo aún más sorprendente.

Tommy Burns jugó para el Celtic desde 1975 hasta 1989. Durante ese tiempo, ganó seis campeonatos de liga escocesa, cinco Copas de Escocia y una Copa de la Liga Escocesa. También jugó para la selección nacional de Escocia, participando en ocho encuentros entre 1981 y 1988. Regresó al Celtic como entrenador en 1994 y logró ganar la Copa de Escocia en 1995. Tras ser despedido en 1997, volvió al Celtic en el año 2000 para desempeñarse como entrenador asistente, jefe de desarrollo juvenil y entrenador del primer equipo.

Su participación en el fútbol terminó abruptamente cuando Burns falleció de melanoma el 15 de mayo de 2008, con solo 51 años de edad.

Las muestras de afecto y respeto inundaron Glasgow tras su prematura partida. Parecía que nadie, ni siquiera aquellos del bando del Rangers, tenía una mala palabra que decir sobre Burns.

Y ahí debería haber terminado la historia: una carrera futbolística truncada cruelmente por la enfermedad, dejando a una familia en duelo. Pero no fue así.

En Glasgow, algunos dicen que Tommy Burns, un devoto católico, no solo era un buen hombre, amado por su familia y colegas, sino algo más.

«Si alguna vez llegabas temprano a Misa y Tommy también estaba allí, lo encontrabas cerca del frente, con la mirada fija en el sagrario, realmente en la presencia de Dios». Así lo afirma Philip Church, un empresario de Glasgow que conoció personalmente a Burns. Él y muchos otros católicos, e incluso algunos no católicos, están convencidos de la santidad del exfutbolista.

Nacido en 1956, Tommy Burns creció a la vista del Celtic Park, el estadio del equipo que moldearía su vida. Bautizado en la cercana iglesia de St. Mary’s, fue educado en la escuela parroquial local. En su autobiografía de 1989, «Twists and Turns», recordaba que Celtic Park se convirtió en el centro de sus oraciones infantiles: «No me avergüenza ni me incomoda decir que cada noche rezaba de niño para tener la oportunidad de unirme al club que sentía como parte de mi propio ser».

Quizá fue en ese momento cuando el joven Tommy comprendió la eficacia de la oración, pues jugó 16 temporadas con el Celtic, disputando 503 partidos y anotando 84 goles, sin contar los años en los que fue entrenador y técnico. En una entrevista, afirmó: «Cuando te pones la camiseta del Celtic, no estás jugando para un equipo de fútbol, estás jugando para una comunidad y una causa».

El propio Celtic Football Club tiene una historia de origen singular. En 1887, un hermano marista irlandés fundó el club con el objetivo de elevar la moral de la población católica de Glasgow, compuesta en su mayoría por inmigrantes recientes de Irlanda, muchos de ellos llegados a raíz de la Gran Hambruna. Además, el club se concibió como un medio para recaudar fondos para un comedor comunitario que alimentaba a los pobres del lugar.

Con el tiempo, el Celtic dominaría el fútbol escocés y se convertiría en el primer equipo británico en conquistar la máxima competición europea al ganar la Copa de Europa en 1967, con un plantel compuesto exclusivamente por jugadores nacidos, como Burns, a pocos kilómetros del Celtic Park. Cuando Burns firmó su primer contrato profesional con el Celtic en 1973, no solo se unió a un equipo de fútbol, sino a una institución con una resonancia cultural mucho más allá del campo de juego.

El padre Robert Farrell, sacerdote en Mánchester, Inglaterra, conoció el mundo interior de Tommy Burns. Originario también de Glasgow y sacerdote del Opus Dei, el padre Farrell tuvo la oportunidad de conocer a Burns, quien se sintió atraído y ayudado por la espiritualidad de la Obra.

Al preguntarle sobre la fama de santidad de Burns, el padre Farrell responde sin titubeos: «Estoy de acuerdo». Dice que conoció a Burns a través de la guía espiritual que le brindó y quedó profundamente impresionado por su fe y bondad.

Relata cómo, mientras Burns agonizaba, se enteró de que una mujer conocida había perdido recientemente a su esposo. A pesar de estar en sus últimas horas de vida, Burns organizó el envío de flores para ella.

El sacerdote sonríe al recordar que Burns vivía bajo un lema: «Fe, familia y fútbol—y en ese orden». Su admiración por él trasciende el ámbito deportivo. Tal es su respeto que, en sus oraciones, a menudo pide la intercesión celestial de Burns.

Mons. Tom Monaghan, de Glasgow, habló sobre la fe católica de Burns en su funeral el 20 de mayo de 2008. Presentes estaban su afligida esposa y sus cuatro hijos, además de innumerables asistentes.

«Fue casi universalmente reconocido como un hombre de fe», dijo el sacerdote, señalando que la autobiografía de Burns, «Twists and Turns», está dedicada a su esposa, Rosemary, pero también a Nuestra Santísima Madre, algo notable en el mundo del deporte profesional.

Mons. Monaghan destacó que Burns falleció el día de San Isidro Labrador. «¿Por qué lo menciono?» preguntó. «Porque Isidro trabajó fielmente en su vocación durante toda su vida. Y así lo hizo Tommy».

El sacerdote también citó unas palabras de Burns en una entrevista de 1999: «Este mundo es solo algo que estamos atravesando, y lo mejor está por venir. Bajo y alrededor nuestro están los brazos eternos de Jesucristo. Es hermoso saber que están allí cuidándote y amándote».

Para este hombre, parecía cierto su lema: Fe, familia y fútbol—y en ese orden.

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