(InfoCatólica) Hoy se cumplen cuatro años desde que el proceso de beatificación del P. Huidobro recibió su gran impulso. La causa arranca en Madrid porque es donde falleció el Siervo de Dios y está promovida por el Arzobispado Castrense y la Compañía de Jesús.
El P. Huidobro fue un jesuita que falleció en combate –por un obús–en la Guerra Civil española. Tras intentar de forma infructuosa instalarse en la zona republicana para ayudar a los represaliados, se incorporó en 1936 a la IV Bandera del Tercio de la Legión como capellán en Talavera, Toledo. Nunca eludió los riesgos que implicaba su labor como capellán en zona de guerra, y con frecuencia acudía al frente para dar atención espiritual a los combatientes, heridos y moribundos, muchos de ellos del otro bando de la guerra.
Hace unos meses, con ocasión del Congreso «Tolkien: Verdad y Mito», tuvimos ocasión de charlar con un especialista en Tolkien… y en Roy Campbell y como legionario en el P. Huidobro: Doctor Emilio Domínguez.
Acababa de publicar una biografía sobre el capellán, cuya causa de beatificación está recibiendo un nuevo impulso («Padre Huidobro, héroe de almas legionarias»).
La génesis del libro, en sus propias palabras fue «providencial». En junio de 2023 recibe una llamada del Arzobispado Castrense porque estaba cercana la fecha del cierre de la fase diocesana. En los últimos años Emilio había escrito cinco o seis artículos sobre el P. Huidobro, no había mucha más literatura reciente sobre el sacerdote jesuita.
Varios de aquellos artículos eran accesibles además en la web del Arzobispado aunque estaban publicados en distintos blogs y publicaciones decide unificarlos y tras hablar con el editor se lanza. Era plena campaña electoral española, con la polarización política en máximos.
En ese ambiente el P. Huidobro adquiere todavía más sentido, como Domínguez escribirá más adelante:
capellán de la concordia, adalid de la reconciliación, campeón en valores y virtudes, héroe de almas legionarias y protector espiritual de hermanos, de uno u otro bando, enfrentados por el odio y la sinrazón de la guerra. En un mundo actual asolado por el relativismo y la polarización, los actos y acciones de su vida no sólo se postulan como puente entre trincheras ideológicas, sino también como piedras en un camino de santidad hacia la beatificación.
Luego vino la labor documental, la relectura de las biografías del padre Peyró, del padre Valdés, del padre Tobar.
Los testimonios de su vida en Talavera, compartir impresiones y material, los testimonios ayudan a entender mejor el contexto. Como por ejemplo la influencia del padre William Doyle (1873-1917), sacerdote católico irlandés abatido en la Primera Guerra Mundial, que con su acciones y muerte en el frente francés servirían de paradigma a los capellanes jesuitas españoles que, durante la guerra, sirvieron en la Legión con el poder de su férrea disciplina jesuita, su compromiso espiritual y la exclusiva fuerza del crucifijo empuñado entre las trincheras.
La causa del P. Huidobro no recibió mucha atención después de la muerte del vicepostulador, el padre Valdés (1987), que fue biógrafo suyo en los años 60 y estaba en punto muerto. Pero en 2021 recibió un nuevo impulso, tanto por devotos caballeros legionarios como por los arzobispados castrense y madrileño, junto con el interés de la Compañía de Jesús y de la Comisión histórica creada al efecto materializó en la finalización de la Fase Diocesana antes del establecimiento de la positio en la Fase Romana y la exhumación de sus restos.
El libro de Emilio Domínguez, al margen de una ocasión extraordinaria para conocer la vida del P. Huidobro ofrece claves para movernos en este mundo de hoy, y como señala en su libro respecto al capellán legionario, «podríamos citar cuatro grandes baluartes: oración, sacrificio, compromiso con el deber y alegría».
En un tiempo que la con la herramienta de la «memoria histórica» se quiere sembrar de nuevo odio, el P. Huidobro es un buen intercesor, también por su patria en esta Tierra.
La muerte del P. Huidobro cuando ayudaba a un legionario herido que había pedido confesión
El arrojo del P. Huidobro le valió el respeto de los legionarios a los que acompañaba, sobre todo tras caer gravemente herido en la batalla de Madrid durante los combates en la Casa de Campo en noviembre de 1936. Cuando aún no se había recuperado del todo, se reincorporó al frente, esta vez en la Ciudad Universitaria de Madrid.
El 5 de abril de 1937, durante un permiso para realizar unos ejercicios espirituales, hizo los últimos votos en el Colegio de San José de Villafranca de los Barros, en Badajoz.
Después regresó al frente. Pocos días después falleció como consecuencia de las heridas provocadas por un obús mientras ayudaba a un legionario herido que había pedido confesión.
Fama de santidad ya en vida
Según se puede leer en la web de la Archidiócesis de Madrid, el siervo de Dios gozó de fama de santidad ya en vida, como se relata copiosamente en su proceso. Y también en el momento de la muerte y después de ella. Tanto sus familiares y amigos como sus compañeros jesuitas, como los militares testimoniaron al poco tiempo de su muerte acerca de su vida heroica de santo. Muy pronto se editaron estampas con una oración pidiendo su beatificación. Existe también una lista de favores atribuidos al padre Huidobro tras su muerte.
Es indicativo de esta fama que la primera sesión de su causa sea solo diez años después de su muerte. 25 testigos cualificados – en su mayoría jesuitas y militares – testimonian sobre ella. Es importante subrayar que la heroicidad de sus virtudes la ejerció durante toda su vida, especialmente durante su formación en la Compañía de Jesús (1919-1936) y como capellán en el frente (1936-1937). Por eso es propuesto como modelo de virtudes en su calidad de sacerdote jesuita y no solo por los siete meses que estuvo en el frente.