(Omnes/InfoCatólica) «La muerte de una persona a la que se quiere y a la que se debe mucho es siempre un golpe espiritual», afirma Mons. Martínez Camino en la entrevista concedida a Javier Gª Herrería para Omnes al recordar el día en que supo del fallecimiento del Papa emérito. «No lo había tratado mucho personalmente, pero lo apreciaba profundamente. Su discernimiento sobre la situación dramática de la Iglesia postconciliar fue para mí una ayuda inmensa».
El obispo destaca el impacto que tuvo en su vida la obra del teólogo alemán, especialmente el libro Informe sobre la fe, que leyó por primera vez en 1985. «Aquella fue una de esas lecturas que marcan la vida», asegura. Desde entonces, su aprecio por la producción teológica de Benedicto XVI no ha hecho más que crecer, con obras como Deus caritas est y Spe salvi, que califica de «encíclicas inolvidables».
Un Papa cercano en sus visitas a España
Benedicto XVI visitó España en varias ocasiones durante su pontificado, dejando una huella imborrable. Mons. Martínez Camino tuvo un papel destacado en dos de esos momentos: el Encuentro Mundial de las Familias en Valencia en 2006 y la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Madrid en 2011.
«En Valencia tuve la suerte, como Secretario General de la Conferencia Episcopal, de estar entre quienes lo recibieron en el aeropuerto de Manises», rememora. «Venía contento y, como siempre, muy atento a las personas y a los detalles».
En Madrid, Mons. Martínez Camino destaca especialmente la comida ofrecida en el palacio episcopal por el cardenal Rouco Varela al Papa y a otros obispos, en un ambiente «sereno y familiar, al tiempo que solemne y único». Sin embargo, uno de los momentos más recordados de la JMJ fue la tormenta que sorprendió a los asistentes durante la Vigilia en Cuatro Vientos. «Fue la ocasión perfecta para poner de relieve esa paz espiritual que Benedicto XVI llevaba en el alma, en medio de todos los vendavales», comenta.
Una anécdota inolvidable: Toledo en pleno verano
Además de sus visitas oficiales, Mons. Martínez Camino tuvo la oportunidad de conocer al entonces cardenal Ratzinger en un contexto más personal, durante un curso de teología en 1993. «Le propuse visitar Toledo al día siguiente y aceptó», relata. En pleno julio, a las tres de la tarde, recorrieron juntos las calles de la ciudad, acompañados por otros teólogos. «A pesar del calor, prefirió seguir gustando de Toledo antes que descansar. Ese entusiasmo por descubrir y disfrutar de la riqueza cultural y espiritual de España era una de sus cualidades».
La visión de Benedicto XVI sobre España
Según Mons. Martínez Camino, Benedicto XVI tenía una profunda admiración por el papel de España en la historia de la Iglesia. «En su libro Jesús de Nazaret, menciona cómo grandes santos españoles son una especial presencia de Cristo y de su Espíritu en el pasado, presente y futuro de la Iglesia», explica. Entre los santos que destacaba, se encuentran Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola y Francisco Javier.
Los acontecimientos como la JMJ de Madrid, el Encuentro Mundial de las Familias en Valencia, la peregrinación a Santiago de Compostela y la consagración de la Sagrada Familia en Barcelona son, para el prelado, «una llamada perenne a la santidad y a la evangelización, que Benedicto XVI consideraba inseparables».
El sello de su pontificado
Al ser preguntado sobre el legado distintivo de Benedicto XVI como Papa, Mons. Martínez Camino responde con una frase que, en su opinión, resume su misión: «Si queréis la libertad y el amor, acoged y adorad la Verdad».
Este énfasis en la conexión entre verdad, amor y libertad es, para Martínez Camino, uno de los legados más profundos de un Papa que dedicó su vida a la búsqueda de la verdad y al servicio de la Iglesia.
El recuerdo de Benedicto XVI, tanto como pastor como teólogo, sigue vivo en la memoria de quienes tuvieron la oportunidad de conocerle. Su amor por España y su contribución al pensamiento católico permanecen como un testimonio duradero de su compromiso con la fe y con la humanidad.